lunes, 29 de septiembre de 2025

Lugar y escritura


Si pudiéramos establecer una teoría del viaje, o mejor dicho, una poética de la geografía de los lugares que visitamos o en los que residimos a lo largo de nuestra vida, nos exigiría poner la memoria a tope para soltar amarras. Emoción, afectos, entusiasmo, asombro, sorpresa y alegría todo se mezclaría en el ejercicio de recordar y trasladar en escritura aquello de lo que somos portadores. La experiencia y la imaginación se conjugan en el recuerdo, se confabulan con la certeza de estar frente a uno mismo incesantemente, porque todo viaje y toda estancia velan y desvelan una reminiscencia. Uno mismo, ese es el gran asunto del viaje. Uno mismo y nada más. O poco más. Supone, en verdad, una experimentación que fija la propia identidad de quien lo lleva a cabo y su capacidad de advertirlo, como deja dicho Olga Tokarczuk: “cualquier viaje es, sobre todo, interior. A uno mismo”.

Geografía escrita (Candaya, 2025), el nuevo libro de Álex Chico (Plasencia, 1980) repara en su epígrafe eso mismo que apunta la escritora y ensayista polaca y, a su vez invita a cristalizar ese viaje interior aludido, para que cobre más sentido cómo el viaje gana con su paso por un trabajo de fijación, de comprensión y, sobre todo, de memoria emocional y travesía con palabras, para dejar por escrito experiencias y asombros vividos, de la manera más cabal consigo mismo. Por otra parte, como resalta Álvaro Valverde en el prólogo: “este libro encierra una verdadera enciclopedia. Es, digamos, una biblioteca circulante donde se suceden las lecturas que anteceden durante sus múltiples estancias por el ancho mundo. En resumen, lugar y escritura: dos caras de la misma moneda. Una misma «fe de vida»”. El libro reúne veintitrés crónicas o artículos escritos entre el 2015 y 2023 que fueron publicados en su mayoría en la revista Quimera, aunque algunos otros aparecieron en diferentes publicaciones, como Revista de Letras o Clarín, entre otras.

Uno encuentra sintonía y entendimiento con las palabras que por aquí aparecen, ya sean referidas a Praga, Salamanca, Plasencia, La Provenza, Buenos Aires, Londres, Tánger, Berlín, Iowa, Granada o La Habana, que interpelan y ponen de manifiesto esa carga sentimental que impulsa a escribir a Chico y que vivifican su literatura desde la propia estancia en cada ciudad, con algo de conjuro sobre el paso del tiempo, desde la soledad que representamos, mediante “una confederación de lugares”, que es lo que somos, según Pessoa. De cada sitio por donde deambuló encontramos vestigios de sus calles y de su ambiente, a partir de recuerdos y anotaciones, de obras y autores que nutren y conviven por toda esta geografía desplegada en el libro: “Somos los lugares que habitamos”, escribe.

Por aquí transitan el eco de escritores como Xavier de Maistre y su Viaje alrededor de mí, Clara Obligado con La biblioteca del agua, Julian Barnes con La única historia; La vida de Lazarillo de Tormes, también. Ricardo Piglia y su novela La ciudad ausente, así como Roa Bastos con El fiscal, Contravida o Madame Sui. Y muchos otros más que conforman un extraordinario catálogo de voces recurrentes citadas para resaltar historias de lugares reales, aunque también se escoren a territorios imaginarios cargados de vigencia y de literatura. Igualmente, encontraremos un despliegue misceláneo en el que irrumpen revelaciones, citas y aforismos sobre asuntos como la escritura, la lectura de los clásicos, el tiempo, el espacio y la memoria: “Porque una ciudad no solo se habita, también se imagina y se recuerda”, anota en uno de ellos.

En Geografía escrita convergen textos que rumian ese ámbito privilegiado de libertad por donde la verdadera literatura se da a valer. Por eso mismo, Chico le da la razón a Xavier de Maistre en que «nuestro cuarto es un encantador país de la imaginación». Deja ver incluso que a un escritor le basta con un cuarto para percibir el universo y le permita albergar nuevos mundos en miniatura. Y añade: “Sin salir a la calle, somos capaces de recorrer cualquier espacio, cualquier esquina y plaza que evoquemos”. No se olvida de proclamar y acudir a esa realidad literaria que conforma la propia esencia del ser humano con estas certeras palabras: “Estamos dentro de un lugar y estamos habitando nuestro propio interior”.


En estas crónicas, que también tienen mucho de diario íntimo y de ensayos fragmentarios, se condensan aprendizaje, reflexión y experiencia, bajo el sentir de un escritor vocacional, al que solo le interesa la revelación que aflora del propio desplazamiento, del acto de escribir, consciente de que “la literatura –como él mismo sostiene– se convierte así en un reflejo del territorio”, dicho también de esta otra manera: “uno no escribe al margen de lo que le rodea, porque lo que le rodea siempre acaba condicionando nuestra forma de entender el mundo”.

Geografía escrita es un diario itinerante, ameno e intenso que atrapa, un periplo sagaz y apasionante, en el que se entrelazan lugares y escritura, que desvela, en buena medida, los linderos por donde transcurre la concepción literaria de Álex Chico, los libros leídos y lugares pateados que nos hablan de él mismo. Por aquí, fluye vida y estancias, fundidas con la memoria y con la presencia de ciudades, que conforman un caleidoscopio errante, tan significativo, como literario. En resumidas cuentas, un libro de abundante luz y claridad para hacer un recorrido de lectura provechoso.


No hay comentarios:

Publicar un comentario