Escribir
ficción puede compararse, en cierto sentido, con administrar una
fortuna, decía Edith Wharton.
De manera que tanto el ahorro, como el gasto, deben tener un papel en
ese ejercicio, consistente en extraer de cualquier tema cada gota de
significado de su contenido. En este sentido, Sara Mesa
(Madrid, 1976) no desaprovecha la ocasión para sacarle todo el jugo
que contiene cualquier tema al que se enfrenta, como así lo
acreditan sus libros y los premios literarios que viene acumulando
con ellos en los últimos años, como el Málaga de Novela, el
Nacional de Poesía Miguel Hernández y finalista en 2012 del
Herralde con la novela Cuatro por cuatro,
lo que la confirma como una de las escritoras en alza a la que hay
que tener muy en cuenta.
Todo
esto que planteaba la escritora neoyorquina sobre la gestión
narrativa: gasto de tiempo, gasto de paciencia, de reflexión, de
dejar que se acumulen cientos de experiencias descarriadas y
agruparlas en la memoria hasta que, de pronto, una emerge de entre
todas ellas y emite sobre el tema su haz de luz, lo ha tenido en
cuenta Sara Mesa en
Cicatriz
(Anagrama, 2015), su último libro, una novela de tensión creciente
y de atmósfera opresiva que transita por una relación tóxica entre
dos jóvenes desubicados de su realidad, deseosos de romper los
límites de sus miserias.
Sonia
y Knut
se conocen en un foro literario por internet y establecen una
relación virtual a través de correos electrónicos. Al principio,
los libros robados por Knut
en grandes almacenes son el cauce elegido por él para complacer a
Sonia,
una becaria que malvive gracias a un trabajo absurdo e inútil en un
archivo, a la que
corteja enviándole, de forma continua, lotes de libros desde la
distancia. Pero con el tiempo, sus paquetes irán colmando otros
caprichos que ella le va pidiendo que robe: perfumes, lencería,
zapatos de lujo..., y esa irresistible voracidad de la chica la
conducirá a llevar una doble vida secreta y consentida que se
prolongará durante años. A ambos les une su afición a los libros
pero él, hombre culto, inteligente, provocador y persuasivo, es
capaz de envolver y modelar al personaje femenino, más voluble y
lábil, hasta inculcarle sus inclinaciones literarias de referentes
clásicos incontestables: Proust,
Tolstoi, Cheever,
Tobías Wolff... Knut
aparece como un personaje extraño, desmedido e insondable,
convencido de que lo que impera en la vida de cada individuo no es
más que llevar a cabo unas relaciones personales que conducen a
otras, como transacciones, cuyo precio moral e intelectual lo ponen
nuestras propias aspiraciones.
Con
esta novela perturbadora, Sara Mesa
se afianza en su carrera literaria y traza una historia en la que
todo sucede en el ámbito interior de sus dos personajes y en cómo
esta relación va a modificar la vida de ambos, dos seres enredados
en sus vidas solitarias, dispuestos a aprovechar esta oportunidad
para salvarse de una cotidianidad insulsa y convencional. Sin
embargo, solo un encuentro real sucede entre ellos en todo el libro y
tiene lugar en la supuesta ciudad de Cárdenas,
escenario de los robos perpetrados por el petulante Knut.
Estamos
ante una historia extravagante de amor y fetichismo a distancia en la
que el foco narrativo se centra en el personaje femenino objeto de
deseo, y donde un narrador omnisciente adopta la voz de ambos
interlocutores como nexo de la distancia que los separan de la
realidad verdadera de sus vidas. Temas como el sexo, el amor, la
sociedad de consumo, la hipocresía, el sentimiento de culpa, la
soledad y la incorregible necesidad de huir confluyen en las páginas
de este libro que hurga en los sentimientos de sus personajes, dos
almas ávidas de fantasía y emociones.
Cicatriz
es un libro ameno y original, de prosa concisa, desnuda e
inquietante, en línea con la obsesión y extrañeza de la historia
novelada, con una estructura que juega con el lector a anticiparle
acontecimientos para después retroceder, impidiéndole conjeturas,
todo un recurso bien explotado por la autora que contribuye a
mantener la tensión y el interés del mismo por sus resortes
fetichistas.
Sara Mesa
ha escrito una novela psicológica donde hay lo que tiene que haber:
personajes vivos bien desarrollados que quedan indelebles en la
memoria del lector y eso, en sí mismo, es un logro encomiable que
hay que destacar.
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