martes, 23 de junio de 2015

Resortes fetichistas

Escribir ficción puede compararse, en cierto sentido, con administrar una fortuna, decía Edith Wharton. De manera que tanto el ahorro, como el gasto, deben tener un papel en ese ejercicio, consistente en extraer de cualquier tema cada gota de significado de su contenido. En este sentido, Sara Mesa (Madrid, 1976) no desaprovecha la ocasión para sacarle todo el jugo que contiene cualquier tema al que se enfrenta, como así lo acreditan sus libros y los premios literarios que viene acumulando con ellos en los últimos años, como el Málaga de Novela, el Nacional de Poesía Miguel Hernández y finalista en 2012 del Herralde con la novela Cuatro por cuatro, lo que la confirma como una de las escritoras en alza a la que hay que tener muy en cuenta.

Todo esto que planteaba la escritora neoyorquina sobre la gestión narrativa: gasto de tiempo, gasto de paciencia, de reflexión, de dejar que se acumulen cientos de experiencias descarriadas y agruparlas en la memoria hasta que, de pronto, una emerge de entre todas ellas y emite sobre el tema su haz de luz, lo ha tenido en cuenta Sara Mesa en Cicatriz (Anagrama, 2015), su último libro, una novela de tensión creciente y de atmósfera opresiva que transita por una relación tóxica entre dos jóvenes desubicados de su realidad, deseosos de romper los límites de sus miserias.

Sonia y Knut se conocen en un foro literario por internet y establecen una relación virtual a través de correos electrónicos. Al principio, los libros robados por Knut en grandes almacenes son el cauce elegido por él para complacer a Sonia, una becaria que malvive gracias a un trabajo absurdo e inútil en un archivo, a la que corteja enviándole, de forma continua, lotes de libros desde la distancia. Pero con el tiempo, sus paquetes irán colmando otros caprichos que ella le va pidiendo que robe: perfumes, lencería, zapatos de lujo..., y esa irresistible voracidad de la chica la conducirá a llevar una doble vida secreta y consentida que se prolongará durante años. A ambos les une su afición a los libros pero él, hombre culto, inteligente, provocador y persuasivo, es capaz de envolver y modelar al personaje femenino, más voluble y lábil, hasta inculcarle sus inclinaciones literarias de referentes clásicos incontestables: Proust, Tolstoi, Cheever, Tobías Wolff... Knut aparece como un personaje extraño, desmedido e insondable, convencido de que lo que impera en la vida de cada individuo no es más que llevar a cabo unas relaciones personales que conducen a otras, como transacciones, cuyo precio moral e intelectual lo ponen nuestras propias aspiraciones.

Con esta novela perturbadora, Sara Mesa se afianza en su carrera literaria y traza una historia en la que todo sucede en el ámbito interior de sus dos personajes y en cómo esta relación va a modificar la vida de ambos, dos seres enredados en sus vidas solitarias, dispuestos a aprovechar esta oportunidad para salvarse de una cotidianidad insulsa y convencional. Sin embargo, solo un encuentro real sucede entre ellos en todo el libro y tiene lugar en la supuesta ciudad de Cárdenas, escenario de los robos perpetrados por el petulante Knut.

Estamos ante una historia extravagante de amor y fetichismo a distancia en la que el foco narrativo se centra en el personaje femenino objeto de deseo, y donde un narrador omnisciente adopta la voz de ambos interlocutores como nexo de la distancia que los separan de la realidad verdadera de sus vidas. Temas como el sexo, el amor, la sociedad de consumo, la hipocresía, el sentimiento de culpa, la soledad y la incorregible necesidad de huir confluyen en las páginas de este libro que hurga en los sentimientos de sus personajes, dos almas ávidas de fantasía y emociones.

Cicatriz es un libro ameno y original, de prosa concisa, desnuda e inquietante, en línea con la obsesión y extrañeza de la historia novelada, con una estructura que juega con el lector a anticiparle acontecimientos para después retroceder, impidiéndole conjeturas, todo un recurso bien explotado por la autora que contribuye a mantener la tensión y el interés del mismo por sus resortes fetichistas.


Sara Mesa ha escrito una novela psicológica donde hay lo que tiene que haber: personajes vivos bien desarrollados que quedan indelebles en la memoria del lector y eso, en sí mismo, es un logro encomiable que hay que destacar.

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