Es
nuestra imaginación la que construye en gran medida el mundo que nos
rodea, nuestra mirada le da vida y nuestra inventiva una determinada
forma en función de las propias inquietudes y de los muchos
interrogantes, aún sin respuestas, que nos acompañan. Pero qué
ocurre cuando uno acude a la memoria para buscar la verdad del pasado
en nuestro foco familiar cercano y, a la vez, secreto, ávido de
preguntas sobre qué paso en realidad con el destino de algunos de
nuestros seres queridos a los que extrañamos y a los que por algunas
circunstancias trágicas tuvieron que desplazarse, proscritos, a
otros confines, hasta darlos por desaparecidos. Todo lo que
conservamos de su memoria no continúa invariable. El recuerdo es
mutable y no sabemos si lo que contamos sobre ellos fue cierto o nos
llegó modificado.
Todas
las familias tienen algún miembro enigmático o extraño del que se
conserva solo un puñado de noticias dispersas y al que se alude en
diferentes circunstancias por algún misterioso suceso, por su
peculiar oficio o sencillamente por su singular carácter, lo que los
obligó a separarse del núcleo familiar y al que todos citan o
silencian elocuentemente por algún motivo.
Pablo Aguayo de Hoyos
(Ronda, 1964), informático, escritor y guionista, se enfrenta a esta
terrible paradoja. Tiene entre sus manos una historia familiar que
contarnos, un relato que recomponer para dar sentido a las piezas
rotas de la vida de un viejo republicano, masón, sastre y exilado en
México que permanece olvidada en el cajón del silencio.
Un traje nuevo para
el abuelo (Uno Editorial,
2016) es un relato conmovedor que desvela el estigma del olvido y
rescata de la memoria a esa clase de gente comprometida con unos
ideales y a la que la sinrazón de una guerra fratricida la abocó a
una penosa huída dejando atrás familia, amigos y profesión.
El
autor desvela en su dedicatoria que le debe a su abuela, “testigo
de tantas idas y venidas familiares”, el origen y posterior impulso
de su manuscrito. A continuación, en una sobria introducción,
reivindica la reparación de la memoria colectiva que se les debía a
tantos hombres y mujeres que lucharon por la libertad, que fueron
perseguidos y muchos aniquilados impunemente.
Aguayo
cuenta en esta novela breve las indagaciones llevadas a cabo por
Feliciano
sobre la vida de su abuelo Fernando
a través de un narrador omnisciente. Ambos personajes conforman el
eje de la historia: de un lado, un joven inquieto e insatisfecho
sobre lo poco que conoce del entorno familiar, dispuesto a
arriesgarse y a sumergirse en el pasado, y de otro, la historia de un
hombre olvidado, intrépido y artesano que sucumbió ante los
acontecimientos de una guerra incivil, pero que, como buen masón, no
renunció a trasladar sus ideales solidarios de fraternidad al exilio
mejicano que lo acogió, como a tantos otros cientos de compatriotas,
con los abrazos abiertos. Llegaron con el dolor y la desazón de
haber abandonado a su familia y siguieron luchando desde la lejanía,
desde su otra nueva patria, con la esperanza de volver algún día a
reunirse con los suyos.
Un traje nuevo para
el abuelo es una historia
amena y emotiva por donde transita el testimonio de una voz que
representa al colectivo de refugiados y exilados que siguen vivo en
la memoria de muchos corazones, una novela sentimental con la pujanza
de incidir en la necesidad de rescatar del olvido la historia
personal y colectiva aún presente de muchos, tantos que, como dijo
Max Aub, olvidarlos
resulta imposible.
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