Cristina Peri Rossi
(Montevideo, 1941), poeta, traductora, ensayista y narradora, ha
dedicado gran parte de su quehacer literario a escribir acerca del
amor y sus fantasías. Desde 1974 reside en España, donde ha
publicado casi la totalidad de su obra. Entre sus novelas destacan La
nave de los locos (1984) y
El amor es una droga dura
(1999); en la narrativa breve sobresalen sus obras más recientes:
Habitaciones privadas
(2012) y Los amores equivocados
(2015); en el registro de no-ficción, y bajo un título entrañable,
destaca Julio Cortázar y Cris,
un testimonio íntimo pletórico de literatura y vida. Pero si hay un
lugar preponderante en su trayectoria literaria, donde el amor
irrumpe con más pasión y fuerza, tenemos que referirnos a su
poesía. Con Evohé
(1971), su primer poemario, inicia su periplo erótico. Después
vendrán otros títulos trascendentales como Babel
bárbara (1992) y Otra
vez Eros (1994). Con
Estrategias del deseo
(2004), quizás su mejor libro de poesía, el erotismo irrumpe con
más fuerza que nunca, como pulsión de vida y muerte, como pájaro
que huye, como fantasma frenético que esconde muchos otros rostros.
El
amor es cuestión de palabras y deseos, nos dice la escritora
uruguaya en su última novela. Bajo esa dinámica, cada uno de los
personajes que viven dentro de Todo lo que no te pude
decir (Menoscuarto, 2017)
acopla, a su manera, el relato por donde fluye ese caudal de deseo,
pasión, sexo y desenfreno de sus vidas amorosas. El poder y su
perfidia, la posesión, la fantasía más íntima y sus secretos
también estarán presentes bajo un denominador común a todos: lo
indecible. Lo que no se nombra, lo callado, existe igual de vivo en
el pensamiento de todos ellos. Peri Rossi
vuelve a su escenario favorito: el recinto del amor, de la pasión y
del sexo. No hay amor sin relato, y esta estupenda novela se ocupa de
ensamblar las diferentes historias cruzadas de amor y de dependencia
que aparecen en cada uno de sus capítulos, en una sucesión tácita
de confidencias compartidas.
Cada
personaje que encontramos, como Suárez,
el joven cuidador de un zoo, Silvia,
una prostituta enigmática y culta, o el comisario Fonseca,
son seres solitarios, sensibles y desvalidos que apuran sus
necesidades entre el silencio y el secreto de sus vidas, entre la
ternura y las perversiones, entre el goce y el vacío de sus
relaciones intermitentes. En todos, el deseo sexual habla por sí
mismo, sin medrar, como pulsión y reafirmación de la vida. Todos
desafían constantemente su estado sentimental precario y buscan
complementarse de algún modo. Claudia,
otro de los personajes, confiesa que amó a Suárez
por ser diferente, en cambio a Silvia
esa diferencia la condujo al extrañamiento del exilio, y Fonseca,
por otro lado,
sostiene que si las mujeres supieran las fantasías que pasan por la
cabeza de los hombres, nunca se animarían a tener ninguna relación
con ellos.
Por
la novela transcurren múltiples referentes culturales y mitológicos
procedentes de la pintura, el cine, la música y la literatura, como
la película de King
Kong, El
rapto de Proserpina, el
poema de Curtius La
muerte y la doncella, al
que el pintor Schiele
consagró en un cuadro, que inspiró a Schubert
para componer un cuarteto, y que Polanski
llevó más tarde al cine, o la evocación de uno de los libros del
poeta italiano Gabrielle D'Annunzio,
que pone título a uno de los capítulos del libro, en el que se
cuenta el amor incendiario en plena juventud de uno de sus personajes
bajo los compases de La
Traviata.
Todo lo que no te pude
decir
es, en buena medida, un relato transgresor que levanta la barrera de
lo privado e invita al lector a cruzarla, una novela, por otro lado,
que intenta descifrar las fronteras que separan los territorios por
donde se desenvuelve la vida íntima de los personajes que la
habitan, gente ávida de deseos, seres muy necesitados de afectos que
esconden sus miedos y recelos, y que aspiran a saberlo todo acerca
del otro. “Los recuerdos queman”, dice uno de ellos. “Para
amarse –continúa– quizás sea mejor contarse las fantasías, y
no los recuerdos”. “Las fantasías dan celos”, le contesta el
otro. Lo raro para todos ellos es renunciar a esa primera persona del
singular, fingir que son otros, idealizar lo perdido sin renunciar a
desearlo de nuevo. “Hay secretos tan íntimos que son inconfesables
y se necesitaría tanto tiempo para explicarlos, tantas palabras, que
perderían parte de su encanto” (Suárez
dixit).
Con
una prosa cuidada y llena de engarces, Cristina
Peri Rossi
ha escrito una buena novela, armada bajo una apariencia de relatos
independientes, pero que se van interconectando hábilmente entre sí,
desde un comienzo, que no es otro que una indagación policial, hasta
convertirse en una fabulación intensa y adictiva que se adentra en
la soledad y en los conflictos pasionales. La esencia de lo que
transcurre en esta obra está en los dilemas que se van planteando y
que sirven a la autora para mostrar lo extraño y lo complejo de toda
relación de pareja.
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