La
novela no es el género de las respuestas, escribe Javier
Cercas, sino el de las
preguntas: escribir una novela consiste en plantearse una pregunta
compleja para resolverla de la manera más compleja posible, no para
contestarla, o no para contestarla de manera clara e inequívoca;
consiste en sumergirse en un enigma, más que para resolverlo, para
cuestionarlo.
El
nuevo libro de Álex Chico
(Plasencia, 1980), poeta, ensayista y crítico literario, viene a
resaltar esta particular cosmovisión de la novela a la que se
refiere el autor de Soldados de Salamina
(2001) y, especialmente, en lo relativo a ese punto ciego en el que
incide el enigma de toda historia narrada, sobre la que gira su
esencia y validez.
Un final para
Benjamin Walter (Candaya,
2017) parece un ensayo, también parece un libro de historia, incluso
una crónica de un viaje o un diario personal, a ratos una narración
introspectiva sobre la búsqueda de la verdad en torno a la muerte y
a las circunstancias que rodearon los últimos días de la vida del
pensador berlinés en el pueblo fronterizo de Portbou, una estación
de paso en el Alto
Ampurdán, por donde cruzaba gente que huía, como él, del terror
nazi y gente que escapaba, en sentido contrario, de la persecución
franquista.
Portbou
y Walter Benjamin se
entrecruzan a través de una trama en la que el escritor extremeño
se implica con el personaje y el pueblo. Portbou, dice Álex
Chico, era tan solo “un
escenario colateral de la trama que había detrás de una muerte”.
Sin embargo, un poco más adelante y, también, al final del libro
confiesa lo siguiente: “Fui en busca de un escritor y me acabé
encontrando un pueblo. Más aún: acudí al pasado sin saber que solo
me estaba desplazando hacia el presente”. Es sobre esta reflexión
donde el lector encuentra la clave de esta obra. Aquella decisión
tomada hace unos años de emprender un viaje a Portbou para
contrastar algunos datos sobre la muerte de Benjamin
se transformó, por tanto, en una indagación sobre el propio
territorio, un azar sobrevenido: de la idea de ir a Portbou para
encontrar a Walter Benjamin,
a la realidad de llegar a Walter Benjamin,
para encontrar a Portbou.
La
verdad literaria de esta novela de ensayo ficción, como la denomina
su propio autor, no está en las respuestas al mito que transita por
sus páginas, sino en la propia búsqueda de una respuesta dentro de
la indagación que propone el texto. Esta novela no persigue proponer
certezas, ni dar respuestas convincentes, sino transmitir dudas,
preguntas, complejidades que nos pongan en guardia sobre lo mucho o
lo poco que sabemos de lo que se cuenta en el texto acerca de la
muerte de Benjamin.
El libro de Álex Chico
conmina a ello, a que nos pique la curiosidad, también nos sugiere
que una realidad puede convertirse en otra, según la experiencia de
quien la maneja, y nos alerta sobre la fragilidad del conocimiento de
las cosas y sus equívocos.
La
imagen verdadera del pasado, en palabras del propio W.
B., es una imagen que
amenaza con desaparecer con todo presente que no se reconozca aludido
en ella. Un final para Benjamin Walter,
un título en el que el autor intercambia el nombre con el apellido,
hace alusión al dislate del funcionario franquista que anota en el
libro de registro la entrada por el paso fronterizo del Sr. Walter,
un matiz que le sirvió de salvoconducto y no ser detenido, al
ocultar su verdadero apellido judío.
En
el fondo de este memorial narrativo por donde transcurren voces y
presencias de artistas diversos como el escritor Sebald,
el pensador Adorno,
el poeta Zurita, el
escultor Karavan, el
fotógrafo García-Alix
o la pintora Silvia Monferrer,
entre muchos otros, hay un propósito de rescatar un escenario inerme
del presente, revisitarlo y articular una historia vívida sobre la
memoria de su pasado. Portbou significa el tiempo dilatado, denso,
simbólico, velado de historia pretérita y vacío de presente.
Álex Chico
yuxtapone, por tanto, ideas y citas rescatadas al relato de su libro,
y al tiempo indaga por las calles deshabitadas de Portbou,
confrontando esa realidad con lo sabido y contado por otros. En esos
ecos del tiempo, curtido de preguntas y dudas, el texto encontrará
acomodo y sentido. Entonces todo encaja, se apura al concluirlo:
“Descubres que detrás de ese viaje, detrás de Portbou y de Walter
Benjamin, detrás de los
objetos esparcidos sobre tu mesa..., buscabas la ocasión para dar
forma al diario que querías escribir..., como si tu vida anterior no
hubiera sido más que una larga y paciente espera”.
En
suma, en Un final para Benjamin Walter
se aúna la cartografía de la memoria de un hombre que dejó una
obra luminosa y una vida llena de preguntas y puntos suspensivos, con
la de un pueblo casi extinguido y con el sentir de un narrador
adherido a ambos, un relato íntimo y persuasivo en el que al autor
le es imposible desaparecer de la escena, pero que, a su vez, comparte
diálogo con quienes le acompañan en su escritura.
Álex Chico firma
una obra ambiciosa, inteligente y reflexiva sobre la supervivencia y
la memoria, dos ideas fecundas para conjugar el presente y el pasado
de un trayecto vital, un libro que cautiva por su verdad y buena
literatura.
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