viernes, 22 de febrero de 2019

Dentro del laberinto


Cuenta Ignacio Peyró en su monumental libro Pompa y circunstancia (2014) que Gerald Brenan (Sliema, Malta, 1894 – Málaga, 1987) llegó a España sin más aspiraciones que pensar que “la vida resultaría barata”. Acababa de recibir una condecoración por los servicios prestados en la Gran Guerra y, también, una herencia familiar que le permitió abandonar Inglaterra y pasar sus horas leyendo a Spinoza bajo naranjales. Cuando se dejó ver por primera vez por la Alpujarra granadina contaba veinticuatro años y “llevaba consigo miles de libros y muy pocas libras”.

Volvió a Inglaterra en 1924 y, al poco tiempo, regresó a Yegen (Granada), el pueblo que le cautivó y en el que pasaría una buena parte de su vida. De esta población alpujarreña reflejó muchas de sus vivencias en las páginas de Al sur de Granada (1957), una de sus obras más significativas. Posteriormente se instaló en el barrio malagueño de Churriana y después en Alhaurín El Grande, donde vivió las últimas décadas de su vida. Sin embargo, su obra más mítica, El laberinto español, vio la luz mucho antes, un libro muy valorado, cuando fue editado, por los sectores progresistas del país en el que analizaba minuciosamente los antecedentes que determinaron la Guerra Civil. Fue un libro importante, una síntesis admirable de la España del siglo XX, una obra vetada por Franco, pero que la editorial Ruedo Ibérico pudo publicar en París en 1943.

De todos los viajeros e intelectuales anglosajones que pasaron por España, quizá sea Brenan el que más hondo caló en los españoles. Conoció bien a fondo nuestra historia, cultura y literatura, como así se refleja en la cantidad de artículos que publicó en distintas revistas inglesas y norteamericanas. La editorial Fórcola acaba de publicar Cosas de España, un volumen que lleva como subtítulo Ensayos, Artículos y Crítica Literaria, en el que se reúne una buena colección de textos bajo el cuidado, selección y prólogo de Carlos Pranger, albacea del legado de Brenan y gran estudioso de su vida y de su obra.

El libro contiene veintiséis piezas del más variado interés entre las que destacan dos artículos sobre la vida y la poesía de San Juan de la Cruz, a quien admiraba profundamente y del que resaltaba su experiencia de místico practicante, el ritmo y el valor simbólico de las imágenes de sus versos, que profundizaría más en un estudio y biografía posteriores dedicados al autor del Cántico espiritual; otro de sus artículos sobresalientes se lo dedica a Cervantes, de quien glosa su figura, la invención literaria de El Quijote y, especialmente, su maestría en el arte del diálogo; y también es digno de destacar otro artículo titulado La escena española, que es una aproximación magistral a las claves de su obra cardinal El laberinto español.

Brenan reivindicó con ahínco a Galdós como uno de los grandes novelistas europeos, y lo pone a la altura de Balzac, Dickens y Dostoievski. De él afirma que “escribió de manera soberbia y objetiva acerca del mundo, de su visión, y no se asociaba con ningún otro de sus personajes”. También le dedica unas encendidas palabras a su amigo Arturo Barea, autor de La forja de un rebelde, en un sentido artículo que titula Un hombre honesto. Hay otras incursiones del hispanista británico recogidas en esta selección en ambientes más folclóricos y localistas, como por ejemplo su estancia en la Romería del Rocío de la que habló maravillas y que se quedó con ganas de volver a repetir.

Debemos mucho a este excéntrico y torrencial escritor, como se dice en el prólogo: “Brenan fue un escritor a su manera que se caracterizó por ser libre”, una cualidad que supo mantener en el tiempo, algo que lo llevó a cabo de la mejor manera que supo, con gratitud hacia el país de adopción que lo acogió con los brazos abiertos, en el que pone su mirada crítica y al que admira con sus luces y sombras. “Brenan y España se confunden en un original y delicioso juego de espejos, o de fragmentos por reconstruir”, subraya Pranger al referirse a la diferente temática que abarcan los textos reunidos por él en el libro y que nos dan una aproximación bastante clara de todo aquello que le interesaba y le llamaba la atención de nuestro país: su gente, su historia, sus letras y sus costumbres.

Cosas de España es un libro que nos permite conocer a Don Geraldo, como le llamaban sus convecinos de Alhaurín el Grande, en muchas de sus facetas intelectuales de crítico literario, cronista, memorialista e investigador de la Historia, que supo combinar su talante inglés con la vida campechana de la gente de Andalucía, “una tierra mucho más viva que Castilla”, apostillaba. Brenan rehuía de ese tópico de considerar a los andaluces gente frívola, sino todo lo contrario.

A todo su quehacer le dedicó tiempo, lecturas y mucha vida solitaria. En este libro se aprecia bien ese sentir y las razones estéticas e intelectuales de un hombre de fuera que aportó su mirada y reflexión para escribir con libertad, con ese estilo suyo tan ligero y vívido, sobre España y su gente, como paso previo al entendimiento de sus entresijos sociales y su cultura.

Brenan se resiste a desaparecer.

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