lunes, 2 de marzo de 2020

Las intermitencias del amor

Todo lo que nos rodea es escurridizo, por mucho que el mundo esté demasiado encima de nosotros, como diría Saul Bellow. Por eso mismo, a la hora de ponernos a leer un libro, cuando tomamos asiento en nuestro rincón favorito del salón, después de apartarnos de las preocupaciones que nos distraen, conviene dejar nuestra mente en blanco para entregarnos a su lectura, como aconseja Nabokov: «Si vamos a leer, hagámoslo con la médula espinal». Al fin y al cabo, se trata de colocarnos como espectadores ante un escenario en el que el escritor desarrollará su historia para engatusarnos, para vivirla desde nuestra perspectiva, saborearla en sus variados matices, disfrutar de su relato o, sencillamente, cuestionarla, sin más.

En Ciudades en las que un día naufragamos (Talentura, 2019), la cuarta novela publicada por Ara de Haro, abreviatura de Amparo Serrano de Haro Soriano, escritora y profesora de la Universidad a Distancia en Madrid, todos los artificios y desafectos amorosos que aparecen por sus páginas provocan en sus protagonistas preguntas y silencios hirientes. Esta novela irrumpe con un enigma, el de una joven modelo ingenua que apenas se conoce a sí misma, que, al poco, transita por la vida recóndita de un hombre de mundo, posesivo, creído y oscuro, y que acabará de manera misteriosa y nada concluyente.

Toda la novela es un viaje libre por las intermitencias del amor, sus costuras y sus fracasos, como se advierte en la segunda de las citas que aparece en el preámbulo del libro: «La vida dentro y fuera de las novelas está llena de hombres y mujeres equivocados», (Siri Hustved). Por mucho que interpretemos como universal todo naufragio amoroso, por mucho que indaguemos sobre sus errores y malentendidos, lo que aquí se dirime es que cualquier desengaño amoroso se manifiesta de manera singular a la vista de todos, como la famosa carta robada del cuento de Poe, sin que apenas el otro se percate de su evidencia clamorosa. El libro deja claves que van llevando al lector a los entresijos que plantea desde dentro la novela en marcha, como esta que expone Howard, un amigo escritor del protagonista: "En esa cercanía engañosa, en esa oscuridad que aceptamos sin preguntas, en ese dolor que no sabemos reconocer como nuestro, allí está la novela que vale la pena escribir".

No hay libro, ni vida de nadie que cuente solo una historia. Ara de Haro cuenta en su libro tres historias en una: la historia de Michael Dodds, un pretencioso fotógrafo con ínfulas de escritor, un hombre misterioso y manipulador, que irá revelando su sentido de la vida, sus frustraciones y sus miserias en las relaciones con las mujeres con las que comparte aventuras o vida en común. La vanidad es la materia prima que le corroe. La novela comienza en Nueva York, continua en Fiesole, cerca de Florencia y acaba en París. Tres lugares, con tres mujeres distintas y conectadas entre sí, para desvelarnos lo que antecede en cada idilio y queda en entredicho. Y en cada ciudad, como señala el título del libro, hay un naufragio personal y un alumbramiento, a su vez, de todo lo insólito que envuelve a cada uno de los personajes y lo que deviene en cada experiencia, como corresponde a todo presente fugaz e insatisfactorio que el protagonista trata de sortear consecutivamente.

Este libro no pretende más que cuestionar el revés íntimo del amor, su vulnerabilidad. Haro escribe sin ambages sobre el desencuentro amoroso y el vacío interior que deja, sin oponer defensa ni razón, dejando que rija la insensatez que lo origina. De ahí que en cada uno de los tres relatos que sostiene la novela haya algo de carácter desafiante y de temperamento desigual que, al igual que en la vida, provoca el asombro o el rechazo; e igual que en la vida, oscila y predispone a ser analizado, como si la autora lo hubiese dispuesto de tal manera que algunos secretos dejen de serlo y trasciendan. Y así se revela en este pasaje en el que el narrador tras una meditación confiesa: "...la pareja necesita de acompañamiento, de música, de ruido, de conversaciones ajenas, para no oír, para no ver, para llenar ese espantoso vacío que existe entre dos personas que han dejado de amarse y que a veces aúlla como el viento en el desierto".

Haro se vale de una prosa sobria y directa, de un lenguaje sutil y desnudo para contarnos, en poco más de cien páginas, todos los devaneos que conforman el círculo amoroso que Dodds, el protagonista de la novela, establece con cada una de las mujeres con las que mantiene relación. Pero nada es lo que parece, como se dice al principio: "Los libros, como la vida, solo pueden empezar a entenderse cuando terminan". Es lo que se puede resumir de todo lo que le ocurre a este personaje enigmático con su vida sentimental, un absoluto fracaso, un naufragio de tristes consecuencias y de hondura introspectiva que la autora resuelve audazmente con un final en el que el relato se funde en un mismo plano emotivo y existencial para exteriorizar lo que el narrador anhela mostrarnos de sí mismo como una catarsis que lo libere definitivamente de sus ataduras..

Ciudades en las que un día naufragamos es un libro de admirable pulso y nervio narrativo en el que lo fascinante que se fabula procede de la fragilidad del amor y de lo indecible que desde él se insinúa.

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