miércoles, 24 de febrero de 2016

Anatomía de la novela

No le falta razón a la escritora norteamericana Edith Wharton al afirmar que el novelista trabaja con el mismo material del que está hecho el objeto que trata de representar. Es, por tanto, complejo representar la mente humana cuando uno emplea el mismo material verbal con el que el pensamiento es formulado. Ahora bien, la verdadera originalidad de una novela no consiste en una nueva manera de enfocarla, sino en una nueva visión para mostrarla. Sin embargo, la prueba clave de una novela es que sus personajes se nos muestren como seres vívidos. Ningún tema escogido será capaz de mantener viva una novela si no prospera la vitalidad de sus personajes. A esto habría que añadir lo que la mayoría de los lectores, y también de los críticos, opinan al respecto, según el análisis de Alain Robbe-Grillet: una novela es, sobre todo, una historia. Contarla bien es hacer bien el trabajo narrativo. Esto es, hacer que lo que uno escribe se parezca a los esquemas a los que la gente está acostumbrada, a su idea aceptada de la realidad. Pero, como en su día apostilló el escritor y guionista francés, “toda obra literaria es una forma viva, como el mundo, y en su forma reside su realidad”.

El último libro de Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 1962) discurre sobre estas complejidades: cómo se enfrenta el escritor a su tarea narrativa, cómo responde el lector a las incertidumbres que se plantea en la novela que lee, qué es exactamente una novela o cuál es su naturaleza. El pasado año, el autor de Soldados de Salamina (2001) ocupó en Oxford la Cátedra Weindenfeld de Literatura Europea Comparada y en ella pronunció una serie de conferencias en torno a la naturaleza de la novela. Bajo el título de El punto ciego (Random House, 2016), el escritor extremeño reúne los textos donde diserta acerca del sentido estructural y estilístico de la novela. Para ello, formula y desarrolla una teoría de la novela, combinando su experiencia creativa como autor con la relectura de algunas obras capitales de la literatura universal, como Don Quijote, Moby Dick o El proceso.

Sostiene Cercas que igual que el cerebro rellena el punto ciego del ojo, permitiéndole ver donde de hecho no distingue exactamente, el lector completa a su entender el punto ciego de la novela, permitiéndole conocer lo que de hecho no conoce, llegar hasta donde, por sí sola, nunca llegaría la historia novelada. Sostiene, igualmente, que la novela no es el género apto para dar respuestas, sino que, más bien, es el género de las preguntas. Para él, escribir una novela consiste en plantearse una pregunta compleja para desarrollarla de la manera más compleja posible, sin ánimo de contestarla, y no para responderla de manera clara e inequívoca; o dicho de otra forma: “escribir una novela no es más que sumergirse en un enigma para volverlo irresoluble, más que para descifrarlo”.

En otras argumentaciones, examinando a otros autores, además de a Cervantes, Melville y Kafka, se fija en obras como Otra vuelta de tuerca, de James, El gatopardo, de Lampedusa o La ciudad y los perros, de Vargas Llosa para desarrollar su teoría del punto ciego. En esta última del escritor hispanoamericano, Cercas abunda en su teoría sobre el acierto del autor de Arequipa recordándonos, además, que la novela ha de contar una historia apasionante, que emocione vivirla en nuestra imaginación, eso sí, bajo la premisa de contarla con la máxima complejidad formal y tensión estilistica posibles.

El punto ciego es un ensayo revelador de los presupuestos y principios narrativos que han derivado en el estilo propio de Cercas. El autor desarrolla de manera puntillosa cómo opera ese punto ciego en su novelística y, en especial, en Anatomía de un instante (2009), una obra que se caracteriza por esa complejidad del género narrativo entre crónica, testimonio y novela, en la que se entremezclan hechos verídicos y ficticios, sin desvelar los límites de unos y de otros. Aunque para muchos Cercas es un escritor sobrevalorado, sus novelas no pasan desapercibidas al gran público y a la crítica, que lo consideran un escritor solvente y una voz literaria de lo mejor que transita por la novela de no-ficción en nuestro país, un autor que postula siempre contar una historia lo mejor posible para hacérsela vivir con la máxima intensidad al lector.


Las conferencias de Weidenfeld contenidas en esta obra no son piezas de crítica literaria, pero tampoco son una recopilación de comentarios evanescentes, ni tan siquiera constituyen un tratado sobre cómo se debe armar una novela. Lo que hace Cercas es desarrollar su posicionamiento literario, a modo de ensayo, en torno a la naturaleza de la novela, desde su óptica y experiencia artística, teniendo en cuenta su perspectiva de lector consumado, y convencido de que la obligación de los buenos escritores es complicarnos la vida con historias complejas.

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