domingo, 25 de agosto de 2019

Encarnar la verdad


Usted dice que le debemos a la literatura casi todo lo que somos y lo que hemos sido. Si los libros desaparecieran, la historia desaparecerá, y los seres humanos también desaparecerán. Estoy segura de que tiene usted razón. Los libros no son solo la suma arbitraria de nuestros sueños, y nuestra memoria. Nos dan también un modelo de la autotrascendencia. Algunos piensan que la lectura es solo una especie de evasión, una evasión del mundo «real» de todos los días a un mundo imaginario, el mundo de los libros. Los libros son mucho más. Son una manera de ser plenamente humano”.

El periodista Jonathan Cott (1942) recoge este breve texto, tan lúcido y emotivo que Susan Sontag (1933-2004) escribió en 1996 y que tituló Una carta a Borges, como colofón del prólogo que antecede al libro que ahora publica Alpha Decay, traducido por Alan Pauls, que contiene la entrevista completa que le hizo a la ensayista y novelista norteamericana en 1978 para la revista Rolling Stone, de la que él era un colaborador asiduo. Cuenta Cott que Sontag siempre intentó desafiar y derribar todo estereotipo social que pusiera límite al desarrollo del pensamiento y la creación artística de la gente, a la ética y estética, y, desde luego, a la conciencia y anhelo del individuo, independientemente de su tendencia sexual.

Lo que nos vamos a encontrar en esta entrevista es la pasmosa confianza de una intelectual dispuesta a encarnar la verdad de su vida a través de sus propios juicios, así como desvelarnos su extraordinaria avidez por las artes, especialmente por la música y las grandes obras literarias. Para Sontag hay obras para toda la vida, como La montaña mágica de Thomas Mann. Admira a los filósofos, principalmente a Platón, Nietzsche y Wittgenstein. Se muestra, como lectora y escritora, apasionada por los diarios y las cartas. La poesía, para ella, tenía que ser: exacta, intensa, concreta, significativa, rítmica, formal, compleja. Pero lo más significativo que se descubre en esta vívida entrevista es todo lo que nos aproxima a su sentido de la vida. Ella creía, por encima de todo, en la libertad de ser fiel a sí misma.

Susan era también una mujer feminista, pero a menudo atizaba a sus compañeras feministas con despiadadas críticas, especialmente contra la retórica feminista, por encontrarla ingenua, sentimental y anti-intelectual. A este respecto subraya que el mejor libro feminista que se ha escrito es El segundo sexo, de Simone de Beauvoir. También dice de la escritora francesa que ha sido “la primera persona que se metió de veras con la significación de la vejez como fenómeno cultural”. No hay duda de que este asunto es de suma importancia y sale a relucir en la entrevista. Vivir, según ella, consiste también en convivir con el paso de los años y con laaceptación de la enfermedad. Por eso mismo, afirma que “no puedes enfadarte con la naturaleza, no puedes enfadarte con la biología. Todos vamos a morir; eso es algo muy difícil de soportar, y todos pasamos por ese proceso”.

Volviendo a su pasión lectora, compartía igual que Virginia Woolf su entrega a los libros. La lectura era para ella, como ya nos contó su nuera, la escritora neoyorquina Sigrid Nunez en su interesante libro de recuerdos Siempre Susan (2011), una idea del paraíso vital y, para vivir esa vida plenamente, leer era algo necesario y fundamental, y siempre con un lápiz entre los dedos para subrayar, dejar anotaciones o responder, por ejemplo, con esto otro tal como recoge la entrevista: “Leer es mi entretenimiento, mi distracción, mi consolación, mi pequeño suicidio. Cuando no puedo soportar el mundo, me acurruco con un libro y es como si una pequeña nave espacial me llevara lejos de todo”.

Susan Sontag. La entrevista completa de Rolling Stone es un libro ameno y lleno de interés, en el que se recogen no solo el pensamiento de la escritora y sus gustos artísticos, sino muchos detalles personales e íntimos, como esta confesión tan curiosa, y no menos extravagante, que hace del rock and roll: “Me encanta el rock and roll. El rock and roll me cambió literalmente la vida... De niña, no puedo decirte lo alejada que estaba de la música popular. No escuchaba otra cosa que crooners, y los detestaba. No significaban nada para mí. Y de pronto escuché a Johnnie Ray cantando Cry –fue en una rocola– y algo me paso en la piel... Para serte franca, creo que el rock and roll fue la razón de mi divorcio. Creo que Bill Halley y sus Cometas y Chuck Berry [risas] fueron los que me decidieron a divorciarme y dejar el mundo académico y empezar una nueva vida”.

Este es un libro cercano y fluido, como corresponde a una buena entrevista, para entendernos con el alma de una escritora comprometida con su trabajo intelectual, para acercarnos a conocer su mirada del mundo y palpar su particular interpretación de las cosas, de forma directa y clara, con esa legitimidad tan excepcional que otorga la coherencia de una vida dispuesta incluso a “establecer una relación agresiva y antagónica con la falsedad en todas sus formas... Sabiendo perfectamente bien, una vez más, que se trata de una tarea infinita, puesto que es imposible acabar con la falsedad o la falsa conciencia o los sistemas de interpretación”.

Un gusto haber disfrutado de sus remansos.


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