“La
literatura había dado forma a mi vida casi tanto como las
condiciones políticas y económicas de mi época. Sólo que antes yo
no me daba cuenta... Me fui no sólo porque no encontraba trabajo o
porque la presión política era severa, sino porque el hombre que se
va, que quema las naves, es alguien muy común. Como aquel que vuelve
o aquel que no olvida... A mis veinticinco años, cuando me pregunté
cómo viviría mi vida, la respuesta fue «yéndome».
A los sesenta y siete la pregunta volvió. ¿Cómo viviría la vida
que me quedaba? Y la respuesta era, cada vez con más frecuencia,
«volviendo»...
A veces tengo la impresión de que la vejez tiene un sentido: que
alcancemos a arrepentirnos de lo que hicimos y no hicimos en la
juventud”.
En
estas líneas que antecede, Theodor Kallifatides
(Malaoi, Grecia, 1938) recoge el sentido de su existencia y el
espíritu que le impulsa a escribir su nuevo libro, publicado
recientemente en nuestro país, Otra vida por vivir
(Galaxia Gutenberg, 2019), traducido del griego moderno bajo el
cuidado de Selma Ancira,
un título acorde con la idea original de desatar la escritura en un
periodo de desazón y melancolía, de remanso vital prolongado y
anodino al que le confinó su sequía creativa. Nada conocido en
España, Kallifatides,
en cambio, es un autor muy reconocido en Suecia, donde emigró muy
joven huyendo de la dictadura de los coroneles. Allí se estableció,
se casó y se dedicó por entero a la literatura. Ha publicado más
de cuarenta libros de ficción, ensayo y poesía, que han sido
traducidos a varios idiomas.
Pese
a su gran producción literaria, a los setenta y siete años su
imaginación, la memoria y ese proceso indagatorio que supone la
tarea persistente de escribir, entra en crisis, como él mismo revela
en el libro. Todo parece que se evade, y la página en blanco le
obsesiona hasta casi la ofuscación. A esta situación de vacío se
une el giro dramático de los parabienes socialdemócratas extendidos
por la Europa del último tercio del siglo XX, que parecen
resentirse, tanto en el estado del bienestar como en los movimientos
migratorios, un declive desatado con mayor virulencia en su Grecia
natal.
Estas
circunstancias adversas forman el origen de Otra
forma de vivir,
un libro emotivo que
vuelve su mirada a la tierra y al idioma de su autor, un texto
repleto de evocaciones, semblanzas y sentimientos reencontrados. El
espíritu de Kallifatides
evidencia no solo lo que refleja, sino lo que pone de sí mismo: la
manera en que mira a sus paisanos por las calles de Atenas, lo que
escarba en su memoria, lo que palpa en la realidad presente. Viene a
decirnos que somos, en verdad, metafísicos, que no vivimos en la
tierra, sino en nuestras quimeras, en las tradiciones que se pasan de
una generación a otra, en las conversaciones, en las palabras. Y que
todo esto está por encima de los ciclos económicos. La vida termina
y al mismo tiempo sigue, transcribe el narrador. Por eso sostiene que
hay que añadirle algo más a la vida cotidiana para comprenderla,
incluso, cuando nos encontremos, como le ocurre a él, próximos a la
muerte.
En
este pequeño libro confesional, de profunda meditación y sencillez
literaria, subyace la Literatura con mayúscula, no esa que nos
adormece, sino la que nos despierta, la que nos moviliza y nos pone
en vigilia. Aquí traspasa una lectura que es, a su vez, soledad y
conversación, en la que el lector conecta con un escritor plantado
frente sí mismo y ante su memoria, que mira consternado el mundo y
observa, a lo largo de sus vivencias literarias y personales, ese
lado humano que le exige respuestas y sentido crítico.
Para
contarnos todo esto, Kallifatides
encuentra el tono propicio que andaba buscando de nuevo en su
quehacer literario, y va fijando su mirada en la Grecia de ahora,
devastada por la crisis económica, al tiempo que también nos
muestra no solo el amor por su lengua, sino igualmente por el
espíritu vivo y duradero de la épica de Homero. En Otra
vida por vivir se refleja
la condición de un inmigrante veterano, la de un escritor de la
diáspora griega que adoptó otro idioma de forma azarosa y que
ahora, como una suerte de epifanía, lo lleva a volver a sus
orígenes, a su lengua madre, para contarnos lo paradójico de la
vida que tiene tanto que ver con la literatura.
Este
es un libro hermoso y afectivo que confirma lo que se espera de todo
hallazgo literario, que las palabras sean el verdadero germen que
pone valor y sentido a la obra escrita. Uno, al concluir la lectura,
siente ese efecto, que tiene que ver no solo con estar inmerso en su
verdad literaria, sino con ser partícipe de la misma. Para no
perdérselo.
¡Increíble articulo! Realmente lo disfruté y me recordó porque me apasiona la escritura En realidad, hace tiempo me sentía un poco perdido, pero este tipo de artículos y específicamente una capacitación gratuita me ayudaron a descubrir porque amo la escritura y vivir el estilo de vida que deseaba cuando comencé en esta aventura. para los que también se sientan perdidos, pueden ver la capacitación gratuita aquí espero que ayude a alguien.
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