jueves, 20 de julio de 2023

La vida es donde se está


Como cualquier poeta que aspira a ser auténtico, la voz de Javier Sánchez Menéndez (Puerto Real, Cádiz, 1964), refleja una manera de entender y de considerar la vida como una forma de ponernos en contacto con los enigmas del vivir, de animarnos a mirarlos de cerca, a meditar sobre ellos y, de paso, a adoptar, en consecuencia, conciencia del mundo y actitud sobre lo que importa de lo que va descubriendo a la vez que escribe. En sus últimos poemarios, como El baile del diablo (2017) y Ese sabor antiguo de las obras (2022), igual que en sus libros de aforismos recientes Mundo intermedio (2021) y La Jaula (2023) sentimos al leerlos que hay allí toda esa estela de verdad honda característica de su pensamiento, de aquello que somos y nos concierne, que se reparte por igual entre lo muy visible y lo demasiado secreto.

Ese yo del poeta que habla desde su entendimiento, que se afana en mirar al mundo desde un estado de ánimo contemplativo, se vuelve a vislumbrar en esta nueva entrega que, bajo el título de 1335 días (Detorres Editores, 2023), evocación bíblica de El libro de Daniel, recala en esa idea suya de entender el mundo y la vida como misterio, como asombro que lo admite todo, como relato de todo lo que no sucede. Dice el autor al inicio de su primera pieza que “la vida es el conjunto de contemplaciones, de atenciones y de entendimiento del ser humano”. Pero aclara que es la palabra el cauce, el fundamento de entender las cosas. Por eso mismo, el poeta repara en que “todo cuanto puede contemplarse puede entenderse”.

Y así, conforme despliega sus asombros, por medio de una escritura poética y fragmentaria, que nos recuerda a la tradición filosófica de Walter Benjamin, Sánchez Menéndez indaga en el lenguaje, en la palabra como “esencia de lo finito y de lo infinito”, como sanación. Esa fascinación por el lenguaje como experiencia del mundo, como medida de lo indecible, se va extendiendo a lo largo de sus cuarenta y dos poemas en prosa que conforman el libro. No corta el vuelo a su razonar hermanando la épica de Homero o la poesía de Píndaro con la magia de Cervantes y de Proust, entre otros, para mostrar la capacidad que tiene la palabra, como los pájaros, entrando y saliendo de la jaula a su antojo, de alzar también sus alas al cielo y encontrar su propio tono para narrarnos otra manera reconocible de contemplar el mundo y entender su verdad.

En 1335 días se conjuga una poética en la que la conciencia, la duda, la exigencia y el entendimiento participan de una mirada contemplativa de atender lo que nos dice la más inmediata realidad. Vivimos en la mente, también, y contemplar nuestros asuntos mirando lo que nos rodea, nos viene a decir Sánchez Menéndez, da mucho para entendernos. Los poemas, como novedad, van acompañados de un código QR para poder ser escuchados en voz de su autor. La sensación que uno percibe conforme va acometiendo su lectura es haber tomado un rumbo que lleva consigo el eco y el silencio persistente de otros rumbos que vienen a confirmar que leer el mundo y prestarle atención es la verdadera forma de hacerlo comprensible.

La escritura de Sánchez Menéndez destila introspección. Hay un yo convertido en materia poética que da sentido a su obra en pos de decantar lo esencial de la propia existencia. Mirar a la naturaleza es leerla como hacen las aves, “y leer provoca afectos, y también efectos”, dice el poeta. Reflexionar y preocuparse del porqué de las cosas siempre está presente como algo inevitable de alguien bien abrigado por el pensamiento clásico, de alguien que se siente más lector que escritor, e inconformista en su quehacer literario, implicado más que en querer decir, en dar que pensar, para que la palabra recale en el lector.


Este es un libro vital, un texto traslúcido. Aquí no hay cerraduras al mundo. Aquí las puertas están bien abiertas. Hay que tener un motivo muy profundo para escribir un libro así, en los límites del yo lector y del yo poético como fuente de inspiración literaria, y no parece otro que estar sumido en “contemplar, atender y entender” lo que importa de nosotros mismos, desde nuestro interior. Y lo vuelve a repetir más adelante, porque para el escritor estos tres verbos viene a ser los principios de la vida del hombre.

He aquí, en síntesis, lo que el lector va a encontrar en 1335 días: un compendio poético breve, jugoso y reflexivo en el que su autor se muestra, una vez más, como un irresistible miniaturista del pensamiento que explora la palabra y el tiempo, lo oculto y lo aparente, con la verdad de saber que estamos hechos de laberintos y contradicciones.


1 comentario: