sábado, 16 de mayo de 2015

Manual de resistencia

Las palabras arraigan en la inteligencia y crecen con ella. Viven en los sentimientos, forman parte del alma y duermen en la memoria. El poeta Luis Rosales dibujó esta idea con estos hermosos versos: “La palabra que decimos /viene de lejos, /y no tiene definición, /tiene argumento. /Cuando dices: 'nunca', /cuando dices: 'bueno', /estás contando historia /sin saberlo”. Las palabras de una lengua conforman un archivo natural donde van a parar las experiencias y saberes de la comunidad hablante. Ese archivo idiomático constituye un escenario por donde transcurre la actividad lingüística, no solo del hablante, sino también del escritor. Sin duda, quien escribe sirve de modelo a los demás hablantes, tiene el deber de fomentar en ellos una espontaneidad más rica y compleja, debido a la dificultad que entraña escribir con estilo fresco y simple, alejado tanto de la afectación como de la rudeza. En literatura, la expresión que juzgamos más natural y apropiada, precisamente por serlo, suele resultar un trabajo ímprobo.

El escritor, filólogo, traductor y editor Luis Magrinyà (Palma de Mallorca, 1960) aglutina en este ensayo todos estos temas y nos invita a pensar en la lengua y a saber mirar detrás de las palabras. El autor mallorquín plantea además que nadie debería olvidar nunca, y menos el que tiene como oficio la escritura, que casi todo puede decirse, como mínimo, de otra manera que quizá sea mejor: más nítido, más rotundo, más irónico, menos enrevesado y mejor ajustado al asunto y al momento, pensando en aquellos que han de leerlo u oírlo.

Estilo rico, estilo pobre (Debate, 2015) es un amplio compendio del uso de nuestro idioma, pero visto desde la creación literaria, un sugerente reportaje de inconvenientes idiomáticos, léxicos y sintácticos que conviene tener en cuenta para prevenir usos torcidos, amanerados y rutinarios de la prosa escrita bajo el caleidoscopio del humor, porque este libro básicamente es una obra divertidísima. Magrinyà recopila artículos publicados en las ediciones digitales de El Diario y El País, entre diciembre de 2012 y noviembre de 2014, dividido en cuatro partes, con la idea de encontrar el llamado estilo literario, o lo que es lo mismo, qué hacemos con la lengua con tal de expresarnos y escribir mejor. El libro arranca con un magnífico prólogo a cargo de José Antonio Pascual, escritor y vicedirector de la Real Academia Española que advierte que “a veces lo que suele tomarse como lenguaje rico es solo fanfarria, mero floripondio, pues el derroche no es en esto, como en casi todo, una virtud”. Esta pretendida riqueza del estilo que se recrea en el adorno no existiría si no fuera por contraste con el estilo pobre que, según Magrinyà, “nos lleva la indolencia, el automatismo, el desconocimiento de las posibilidades de la lengua”.

Hay un trasfondo en este ensayo de elogio de la Filología. La lengua es un entrañable instrumento que debemos tratar de manejar cada vez mejor a lo largo de nuestra vida. Con este propósito llegamos a entender a los demás y entendernos mejor a nosotros mismos. Aconseja Luis Magrinyà que tengamos cuidado con los sinónimos que no siempre son intercambiables y a veces traicionan, y con los verbos comodín, como provocar y usar, que parecen servir para todo y son usurpadores de otros más apropiados. Con respecto al diccionario nos advierte que su función es definir palabras y nunca definir la realidad. Ni ese estilo rico: pretencioso, hinchado y pedante, ni ese otro estilo pobre: simplón, ramplón y tópico es lo que propone el autor, sino todo lo contrario, un estilo que no se note. Lo importante –subraya– es saber de dónde vienen las palabras que hemos aprendido, para evitar así hablar por boca de otros.

Otro libro de la estirpe de El dardo en la palabra de Lázaro Carreter, pero con mejor atención a todo tipo de autores y contextos por donde campean deslices de escritores, además de los propios del autor balear, hasta ejemplos incluidos de literatos afamados, como Vargas Llosa o Muñoz Molina. En este laboratorio riguroso de experiencias prosaicas, nadie sale indemne.

Estilo rico, estilo pobre es una guía de gran utilidad, un ensayo ameno, reflexivo y divertido que muestra imprescindibles consignas del buen estilo literario, y que deberíamos consultar de aquí en adelante: lectores, escritores, traductores y editores.


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