lunes, 18 de marzo de 2019

Todavía estamos a tiempo


Somos un territorio lleno de vida. De personas, de historias, de oficios, de comunidades. Somos pastoras, jornaleras, agricultoras, arrieras, aceituneras, ganaderas. Somos la mano que cuida y que ha hecho posible que los lugares que hoy se consideran parques nacionales y naturales de este país lo sean. Por la acción de los pastores con sus rebaños. Por la ganadería extensiva. Por tantos hombres y mujeres que trabajaron en el campo y crearon un vínculo único y tan especial como el de animal, persona y medio. Y los que nos dedicamos a la tierra sólo formamos una parte de la diversidad del medio rural”.

Así se explica María Sánchez (Córdoba, 1989), a modo de justificación y tributo, sobre la gente que habita el medio rural, especialmente, sus mujeres, que son las que conforman la génesis de este estupendo libro suyo, Tierra de mujeres (Seix Barral, 2019), un ensayo inteligente que aborda el papel de las mujeres en el campo y en el que se da respuesta a esa idea de la España vacía, apostando, más que por un rescate de la mano de la literatura, por el reconocimiento y recuperación de la voz de quienes hacen posible su persistente existencia. “Quiero que este libro se convierta en una tierra donde poder asentarnos todos y encontrar el idioma común”. Y añade: “Una tierra donde sentirnos hermanos, donde reconocernos y buscar alternativas y soluciones”.

Sin la mano que cuida, sin la voz que ordena, comportamiento y especie están destinados a desaparecer”, dice uno de los muchos e intensos versos de su libro Cuaderno de campo (2017), un poemario luminoso que sacude la verdad de lo que importa en el campo: la tierra, su ámbito y los que la cuidan. Podemos decir que este nuevo libro de Sánchez surge de las brasas de aquella obra, con la idea de continuar y desmadejar ese hilo nada complaciente de la realidad del campo y adentrarse más allá de sus márgenes para darle visibilidad y señalar la ausencia clamorosa e inexplicable que ha tenido de siempre la mujer en lo que se hace, se cuenta y se sabe en este ámbito, una verdad ineludible que exige una visualización y una reparación inmediatas.

Lo bueno de este libro es que está escrito con una madurez literaria que sorprende. Cuando alguien tan joven y con ese talento narrativo, de prosa fluida y mirada poética, aborda el género ensayístico con tanta decisión y se implica tan de lleno en su testimonio, al lector no le queda más remedio que, encandilado, ponerse a ras del suelo y dejarse llevar por ese sendero lúcido y riguroso tan bien trazado. Y eso es lo que ocurre con este texto, cuya pericia radica en que desde el primer momento su autora se despoja de todo artificio y convoca al lector a conocer su biografía, su familia, su casa y su pasión por la literatura. Hija y nieta de veterinarios, también ejerce la misma profesión que ellos: “Soy lo que soy gracias a mi infancia. Desde pequeña, siempre supe que quería ser veterinaria de campo, como mi abuelo”.

Desde la realidad de sus vivencias, María Sánchez nos desvela su mundo familiar para ahondar en la vida de todas las mujeres silenciadas que se entregaron a las labores del campo con igual empeño que al cuidado y educación de sus hijos, en contraste con los hombres que, por tradición, heredaron el gobierno de la labranza y su dominio. En ese sentido, irrumpe en la conciencia de la mujer y del hombre para no olvidar de dónde venimos, quiénes fueron nuestras madres e interpelarnos para poner el acento en más protagonismo femenino y cambiar algunos conceptos atribuidos al designio. Tierra de mujeres es un ensayo íntimo y personal que tiene también espíritu de manifiesto, de arenga feminista y, desde luego, de análisis del rol de la mujer y de su cometido en la aldea, sea agricultora, ganadera, peluquera o ama de casa.

Para María Sánchez es su presente y su realidad quienes le despiertan la necesidad de su escritura que aquí se presenta en forma de ensayo, pero que, a su vez, es una crónica, un relato vivencial, un ejercicio de profundo conocimiento y quemazón, de querer aferrarse al medio rural, “un territorio lleno de vida”. Dice que cada día tiene más claro por qué escribe y mucho tiene que ver con ese apego innato suyo a la tierra: “Nuestro medio rural morirá si no sabemos transmitir a los que vienen su importancia y su cuidado. Y no sólo nuestro medio rural, sino toda la biodiversidad que vive en él, nuestros pueblos, nuestras costumbres, nuestras historias”.

Lo que viene a confirmar, como decía Ribeyro, que “para escribir no es necesario ir a buscar aventuras. La vida, nuestra vida, es la única, la más grande aventura”. Tierras de mujeres es justamente eso, una aventura vindicativa, un alegato de la vida, una manera de meter la vida en un libro y tomarle medidas al tiempo.


2 comentarios:

  1. con tu permiso: unas cuantas visiones (novelas, ensayos, poemas, reportajes, documentales, comics...) sobre el medio rural https://librosyaguardientes.blogspot.com/2018/03/visiones-novelas-ensayos-poemas.html

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  2. Me interesa. Voy al link. Gracias, Jose.

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