lunes, 21 de septiembre de 2020

El juego de la memoria

No se puede negar que algo, sea poco o mucho, tiene de verosímil y plausible la manera pendular de la memoria. Como reloj que mide y marca el tiempo, el río de la memoria se hace verosímil que nos lo imaginemos fluyendo en meandros y zigzags, de izquierda a derecha, de una orilla a la otra, de un extremo al opuesto. Lo cierto es que el recuerdo sucede, aunque no sepamos por qué viene a dar cuenta y en qué momento se manifiesta.

Para que vuelvas hoy (Tusquets, 2020), el nuevo libro de Eduardo Mendicutti (Sanlúcar de Barrameda, Cádiz, 1948) es una obra de la memoria, una narración madura y de reflexión asentada como novela que recupera la memoria de una mujer de ochenta y dos años que sobrevivió a soledades y tiempos difíciles pese a llevar una vida de alterne, ligera y de apariencia alegre y rumbosa.

El autor dedica a Marcos Ana y a la protagonista del libro, Isabel Peñalber, lo que devino en convertir la historia de ambos en una novela, como así lo deja escrito en la nota que cierra la obra en la que explica su origen: “La historia, muy emocionante, es bien conocida. La cuenta, en sus memorias Decidme cómo es un árbol, uno de sus protagonistas, el poeta Marcos Ana. A los cuarenta y dos años, después de haber estado encarcelado durante veintitrés años sin interrupción, desde los diecinueve, fue liberado por las presiones de Amnistía Internacional. Y a esa edad estuvo por primera vez con una mujer”.

Esa mujer que se llama Isabel Peñalber, es la anciana que en la novela le cuenta a Marta, su joven cuidadora, con evasivas y algún que otro brote de mal genio, algunos episodios de su pasado. En estas conversaciones la cuidadora descubre que Isabel ha tenido una vida llena de historias y sobresaltos. Que se las manejó como pudo en años muy difíciles de escasez y libertades, que tuvo que ejercer la prostitución y que conoció a muchos hombres en su lecho. De todos ellos, Isabel guarda con especial cariño la memoria de un hombre, que fue tierno y cortés con ella, y al que le devolvió el dinero con una nota: «Para que vuelvas hoy». Al día siguiente Isabel recibió un enorme ramo de flores con un mensaje: «Para Isabel, mi primer amor». Y para ella, ese hombre sensible, del que nunca más supo, se convertirá en el amor secreto de su vida.

Mendicutti nunca deja de sorprendernos por sus argumentos tan ingeniosos, sus divertidos y vívidos diálogos que fluyen gracias a su prosa chisporroteante y ágil. Pocas veces la lectura de una novela suya depara sorpresas en el campo de la ficción con una trama compleja de misterio y aventuras. El escritor sanluqueño nunca deja de lado la calidad de la escritura, ya que para él lo más importante en su narrativa es no dar nunca la espalda a la vieja función primordial de una obra de ficción: el entretenimiento.

A todo esto, Mendicutti descubrió hace tiempo el recurso de la ironía, un vehículo capaz de crear mundos más libres y tolerantes, y por eso su mirada tiene ese punto de socarronería capaz de tornar la tragedia en caricatura y el esperpento en melancolía. De ahí que uno de sus componentes más sustantivos de su escritura proviene de su sentido del humor con el que traza momentos de ingeniosidad verbal tan arbitrario como delirante hasta producir epifanías lúdicas, tiernas y conmovedoras.

En las páginas de Para que vuelvas hoy hay historias tan sorprendentes como duras. Los episodios de la guerra y la posguerra van directos al corazón y siempre vienen marcados por la tragedia. Pavorosa es la historia de la Peineta, un pariente de Isabel que, en su lecho de muerte, decide poner sus cosas en orden y confesar algunos de sus secretos más dolorosos. La vida de Isabel no fue nada fácil, aunque ella no se achicó nunca, supo echarle arrojo cuando los momentos lo exigían. Entre reveses y contrariedades, también aprovechó sus momentos de dicha. Encontró en su camino a otro buen hombre que la quitó de la calle y la puso al frente del guardarropas del Chevrolet, una sala nocturna. Y un día apareció Moisés, uno de los regalos más celebrados de su azarosa vida. Ahora, en la vejez tardía, lo único que aspira verdaderamente es a no quedarse sola.


Eduardo Mendicutti nos entrega una historia entrañable llena de sensibilidad y gracejo que nos invita a conocer a una mujer apasionada y de conducta taimada que simula su soledad y melancolía a golpe de recuerdos. El juego de la memoria siempre es un campo de experimentación en la vida de las personas y un malabarismo para el escritor que sepa narrar una historia que merezca la pena ser contada, una historia, como esta de Isabel, que nos consuela con su encanto y verdad literaria.


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