martes, 5 de abril de 2022

Existencia arremetida


Tal vez convenga no olvidarse que el aforismo nació en sus orígenes con cierto aire de estatuto, de código o incluso de principio. Lo que significa que desde sus inicios ha conservado esa naturaleza instructiva propia de expresión concisa destinada a dictar un vislumbre poético, una sentencia de tipo moral o una reflexión filosófica. Pero sin olvidar que escribir aforismos, aprender su especificad, significa también construir una voz propia que no solo se corresponde con el estilo, sino que también implica el tono, el espíritu, el nervio y, cómo no, la originalidad en la forma que el autor expresa sus hallazgos.

A esta idea afín y a su impulso creativo por captar lo instantáneo a través de fogonazos e intuiciones insólitas, se suma el poeta y ensayista Álvaro Campos Suárez (Málaga, 1981), autor del cuaderno de poesía trENes (2013), del libro Buda en el Bolshói (2014) y del ensayo ¡Abajo el sistema! (2018), ofreciéndonos ahora un buen repertorio de aforismos bajo el título de La certeza del color (EDA, 2022), su debut en el género, un libro que aboga por la curiosidad y el asombro, un libro que despliega una voz muy particular, a modo de un flâneur que camina y pone en relieve el contraste de las cosas vistas, experimentadas y concebidas que caben en cualquier existencia.

Cabe decir que estos aforismos se presentan ante el lector como un desafío de un paseante que le obliga a abrir los ojos y a desplegar todos sus resortes interpretativos. Además, concita a entendernos con su amplitud de miras y a sopesar que la lectura de un mismo aforismo deja entrever su color, matiz y margen para la subjetividad de quien lo lee: “Nada tan exacto como la volubilidad del pensamiento”, señala el autor al respecto. Por eso mismo, los lectores de aforismos esperamos siempre la sorpresa, aun desconociendo cómo va a manifestarse y de qué manera se va a concretar en nuestro entender. Es eso lo que se atisba en muchas de las miniaturas diseminadas por este libro, un cauce oportuno para que lo dicho nos alcance, engatuse y, sobre todo, que se manifieste como el chispazo de un entendimiento que espera nuestra colaboración.

El libro de Campos Suárez está dividido en cinco secciones. En cada una de ellas traza un itinerario por donde desplegar sus pensamientos cortos que, en su mayoría, se nutren de observaciones de la propia realidad. Comienza con Cuaderno de artismos, un conjunto de ochenta aforismos en los que la poesía, el libro en sí, la escritura, el lector y, en definitiva, el curso de la palabra se dan cita como fuente de efervescencia y creación: “No solo el escritor es narcisista; también lo es el lector, que completa el texto con su ejercicio introspectivo”, dice en uno de ellos.

En Diccionartio básico de dudas y Guía de últimas verdades se concentran un buen puñado de observaciones que reconsideran conceptos clásicos y contemporáneos que abarcan un amplio campo, con la idea de mostrarnos cómo muchas palabras esconden sorprendentes variantes de conceptos, por ejemplo: “Emoción: 1.f. Fisiología. Hormona del misterio, segregada por los lectores más exigentes”; “Estadística: 1.f. Numerología. El arte de decir medias verdades”; Infancia: 1.f. Relatos. Aventuras para el chico, cuento para el mozo, y para el añoso leyenda”.

En La vida indubitada y Del amor a las mentira (y otros deportes de riesgo) se agrupan aforismos en torno a la existencia, al tiempo, a la duda, a las limitaciones, a la justicia, al amor, a la familia, a los anhelos e invenciones que nos acompañan, como así se palpa en algunos de ellos, vayan estos ejemplos: “Si somos en esencia agua, ¿no es lógico que nos hallemos a menudo en un mar de dudas?”; “Respirar y suspirar, el oficio de la vida”; “Cuán ruidoso es un encuentro falto de interés”; “Por regla general, y motivos varios, las personas, al hablar, alimentan el diálogo con invenciones más que con verdades”.


Todo escritor es un bosque de notas”, nos dice el autor certeramente, y a ese quehacer parece atenerse el despliegue de lo que le ha supuesto escribir todas estas anotaciones a lo largo de muchos años, sin intuir ni pensar que acabarían en un libro de aforismos. Hemos podido leer sin menoscabo a lo largo de su recorrido, desde el principio hasta el final un despliegue fecundo de reflexiones sobre casi todo bajo una convergencia aceptada: el asombro que depara la vida y cómo esta se encuentra inextricablemente mezclada con la palabra. Algo así, aunque sea por analogía, abarca esta sentenciosa frase con lo que concluye el libro: “Todo aforismo es un cauce; toda certeza, un río”.

La certeza del color refleja un río aforístico fresco y perspicaz que surca toda una existencia en observación y al que no le faltan destellos sorprendentes ni toques humorísticos de indisimulada retranca, un libro que nos permite descubrir una nueva voz pujante en un género que, hoy por hoy, atraviesa por un buen momento de forma en nuestras letras, con mucho garbo y con una creciente atención por parte del lector. Que no pare, nos gusta pensar por lo breve.


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