A esta idea afín y a su impulso creativo por captar lo instantáneo a través de fogonazos e intuiciones insólitas, se suma el poeta y ensayista Álvaro Campos Suárez (Málaga, 1981), autor del cuaderno de poesía trENes (2013), del libro Buda en el Bolshói (2014) y del ensayo ¡Abajo el sistema! (2018), ofreciéndonos ahora un buen repertorio de aforismos bajo el título de La certeza del color (EDA, 2022), su debut en el género, un libro que aboga por la curiosidad y el asombro, un libro que despliega una voz muy particular, a modo de un flâneur que camina y pone en relieve el contraste de las cosas vistas, experimentadas y concebidas que caben en cualquier existencia.
Cabe decir que estos aforismos se presentan ante el lector como un desafío de un paseante que le obliga a abrir los ojos y a desplegar todos sus resortes interpretativos. Además, concita a entendernos con su amplitud de miras y a sopesar que la lectura de un mismo aforismo deja entrever su color, matiz y margen para la subjetividad de quien lo lee: “Nada tan exacto como la volubilidad del pensamiento”, señala el autor al respecto. Por eso mismo, los lectores de aforismos esperamos siempre la sorpresa, aun desconociendo cómo va a manifestarse y de qué manera se va a concretar en nuestro entender. Es eso lo que se atisba en muchas de las miniaturas diseminadas por este libro, un cauce oportuno para que lo dicho nos alcance, engatuse y, sobre todo, que se manifieste como el chispazo de un entendimiento que espera nuestra colaboración.
El libro de Campos Suárez está dividido en cinco secciones. En cada una de ellas traza un itinerario por donde desplegar sus pensamientos cortos que, en su mayoría, se nutren de observaciones de la propia realidad. Comienza con Cuaderno de artismos, un conjunto de ochenta aforismos en los que la poesía, el libro en sí, la escritura, el lector y, en definitiva, el curso de la palabra se dan cita como fuente de efervescencia y creación: “No solo el escritor es narcisista; también lo es el lector, que completa el texto con su ejercicio introspectivo”, dice en uno de ellos.
En Diccionartio básico de dudas y Guía de últimas verdades se concentran un buen puñado de observaciones que reconsideran conceptos clásicos y contemporáneos que abarcan un amplio campo, con la idea de mostrarnos cómo muchas palabras esconden sorprendentes variantes de conceptos, por ejemplo: “Emoción: 1.f. Fisiología. Hormona del misterio, segregada por los lectores más exigentes”; “Estadística: 1.f. Numerología. El arte de decir medias verdades”; Infancia: 1.f. Relatos. Aventuras para el chico, cuento para el mozo, y para el añoso leyenda”.
En La vida indubitada y Del amor a las mentira (y otros deportes de riesgo) se agrupan aforismos en torno a la existencia, al tiempo, a la duda, a las limitaciones, a la justicia, al amor, a la familia, a los anhelos e invenciones que nos acompañan, como así se palpa en algunos de ellos, vayan estos ejemplos: “Si somos en esencia agua, ¿no es lógico que nos hallemos a menudo en un mar de dudas?”; “Respirar y suspirar, el oficio de la vida”; “Cuán ruidoso es un encuentro falto de interés”; “Por regla general, y motivos varios, las personas, al hablar, alimentan el diálogo con invenciones más que con verdades”.
La certeza del color refleja un río aforístico fresco y perspicaz que surca toda una existencia en observación y al que no le faltan destellos sorprendentes ni toques humorísticos de indisimulada retranca, un libro que nos permite descubrir una nueva voz pujante en un género que, hoy por hoy, atraviesa por un buen momento de forma en nuestras letras, con mucho garbo y con una creciente atención por parte del lector. Que no pare, nos gusta pensar por lo breve.
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