miércoles, 13 de septiembre de 2023

El dolor de las madres



El 20 de diciembre de 2015 me convertí en madre y enloquecí. [...] En el momento en que el doctor puso por primera vez a mis hijos contra mi pecho, cuando lo que no era se tornó hueso, carne y sangre, lo supe: un día las tijeras de Átropos cortarían el hilo y la separación de mis hijos sería inapelable. Y eso yo no era capaz de aceptarlo. “¡Que no me vuelva loco, loco no, dulces cielos!”, vociferaba el rey Lear, golpeado por la tormenta, la traición y la culpa en su camino inexorable a la locura. [...] ¡Yo no quiero estar loca!, grité en silencio, pero ese cielo sin estrellas no estaba dispuesto a escucharme.”

En estas líneas extraídas del arranque de la novela La historia de los vertebrados (Random House, 2023), se condensa el alma herida de su narradora, una mujer trastocada inesperadamente por el hecho de asumir el cuidado de sus mellizos recién llegados al mundo, el mismo día que acaba de obtener su acta de diputada en el Congreso. Pese a todas sus repercusiones físicas, emocionales y psicológicas, Mar García Puig (Barcelona, 1977) ha querido contarnos, mediante un potente texto narrativo y ensayístico, esa quiebra personal, ese colapso sobrevenido tras el parto que pueden tener muchas madres, y que, hasta hace poco, ha estado acotado por un consentido silencio durante siglos de ciencia, mitos y conductas sociales, sujeto a la idea de que, fuese como fuese, así tenía que ser y así debía de aceptarse: sin quejas.

García Puig se vale de su experiencia personal para convertir su relato en una historia íntima nada complaciente que refleja también lo que la sociedad está cambiando, pero que aún no parece suficiente como para confirmar que el posparto, feliz o amargo, deba ser algo de lo que se puede hablar con libertad, atenciones y sin complejo de culpa. Y a este respecto va más allá al señalar que: “No hay curación total posible para el que no asume la incertidumbre como parte de la existencia”. Sitúa su examen de la maternidad en otro posible espacio en el que circunscribir a la mujer en ese rol determinado al que Virginia Woolf daba el nombre de «ángel del hogar» y fija su atención en la llamada «locura puerperal», «manía láctea», «melancolía de embarazo» o «locura de lactancia», términos que aluden a la salud mental y al discurrir de esta realidad propia de la mujer a lo largo de la historia.

Rastrea precisamente, a lo largo de lectura de libros sobre la salud mental, desde un punto de vista filosófico o historiográfico, el rol de madre en sus dolencias posparto dentro del ámbito del hogar. La realidad es que hoy se vive esta dolencia en la maternidad con mucha más soledad que antes. Quizás tenga que ver cómo asumían en generaciones pasadas la crianza de los hijos, de forma más parecida a una tribu, más enraizada con el vínculo ancestral de sus miembros. Parece que los cambios sociales y laborales del pasado siglo han propiciado que todo ese arraigo solidario de antaño se haya resquebrajado y se haya convertido en una encomienda de asunción individual, manteniendo su misma lógica e impacto, aunque menos solidaria.

La historia de los vertebrados es un libro vivencial escrito en capítulos breves, con una prosa admirable, con páginas tremendamente impactantes, un relato ensayístico que sacude de arriba a abajo a cualquiera. La documentación de libros consultados por la autora, además de extensa y erudita, es sometida a un análisis profundo, y traída a colación mayormente de acontecimientos del siglo XIX, como referente de situaciones que aún siguen vigentes y conservan la memoria de tantas mujeres que, al igual que su autora, han tenido que forjarse con los trastornos del posparto, hasta combatir y superar su bloqueo mental. Algunos de sus textos le han valido “para contribuir a eliminar el estigma que rodea a menudo esta temática y reclamar su universalidad más allá del sexo de quien lo lea y de su identidad como madre”.


Es esto último lo que mejor saca a relucir Mar García Puig en su estupendo debut literario: trasladar al lector no solo la historia de sí misma, sino extendida a más mujeres, trayéndola así como testimonio individual y colectivo, y como acto narrativo que aspira a convertirse en una secuencia temporal vívida y mutante de lo que significa perder la cordura sin tener que renunciar y olvidarte de los tuyos. Por eso, y por más razones que aquí se dicen, las madres siguen siendo quienes son, seres combativos y tenaces pese a la adversidad.



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