sábado, 3 de agosto de 2013

Bibliopatía


Hace unos días, mi amigo Jesús Marchamalo hizo una incursión fotográfica en Facebook sobre uno de sus libros escritos hace unos años. Al parecer, la editorial le había remitido algunos ejemplares de Las bibliotecas perdidas y ese hecho fue suficiente para evocarlo con nostalgia y satisfacción. Me uní al coro de sus seguidores y le di un like a la noticia.

Acabo de releer con gratificación renovada Las bibliotecas perdidas (Editorial Renacimiento), un libro-placebo para letraheridos. Todo un compendio de artículos seleccionados, que Jesús Marchamalo (Madrid, 1960), reunió de lo anteriormente publicado, entre el período transcurrido de 2001 a 2008, en el suplemento cultural de ABC. Un texto divertido y ameno a más no poder, y repleto de sorpresas y curiosidades. Toda una trastienda de libros en donde Marchamalo, un obsesivo lector, rastrea, para diversión del lector, en el lado menos conocido de algunos escritores universales: sus manías, rencillas y adicciones.

El libro desvela anécdotas y peculiaridades de autores como un breviario de momentos estelares y secretos, donde descubrimos instantes estrafalarios y obsesivos de los mismos. Las bibliotecas perdidas es un homenaje total a la Literatura, que se lee con soltura, que está muy bien enlazado, a modo de ¿sabías que...? Un juego apasionante de búsquedas e interrogantes sobre las vidas de estos seres únicos e irrepetibles, que son los grandes escritores, para nuestro deleite. En este texto encontraremos excentricidades, manías, peleas, secretos y demás peripecias de los autores mostrados. También nos habla de sus parejas: Simone de Beauvoir y Sartre, Zenobia y Juan Ramón Jiménez, Zelda y Scott Fitzgerald, o sobre la relación de la escritura con el tabaco, las relaciones tensas entre editores y escritores, sin olvidarse de las peleas y riñas callejeras entre ellos que degeneraron en odios eternos.

Si hay algo que destaca por encima de todo en Marchamalo es que habla de lo que más le apasiona, de los libros, y lo hace de manera adictiva, porque lo siente vívidamente. Ninguno de los capítulos de Las bibliotecas perdidas tiene desperdicio, todos brindan destellos personales de los mejores autores literarios. En todos encontraremos material biográfico tan sugestivo como singular de sus vidas. Jesús Marchamalo ha seleccionado muy bien sus reportajes y citas con acertados títulos. Así, por ejemplo, se despacha: Cartas marcadas, el secreter de la correspondencia entre escritores, Muertos y lustres, páginas de obituarios de celebridades literarias que testimonian al no menos célebre desaparecido. En El humo de las musas, se explaya en la constancia del tabaco en los escritores, como Onetti, Camus, Cabrera Infante, Chesterton o Marsé.



Las bibliotecas perdidas es un divertimento literario muy bien contado en 25 capítulos sabrosos de lectura agradable, salpicado de anécdotas jugosas que acaban en la recámara de nuestra memoria como fuente de esas historias privadas que tanto nos gustan a los lectores curiosos y que son la trastienda literaria de las celebridades.

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