La
publicación de Intento de escapada de Miguel Angel
Hernández (Murcia, 1977) ha sido un acierto del editor Jorge
Herralde (otro más en su haber), atendiendo la recomendación
del jurado del premio hómonimo de novela del año 2010 que consideró
la obra del murciano una excelente propuesta literaria para los
lectores de Anagrama. Esta opera prima de
Hernández
transita por los recovecos del arte contemporáneo y toca de manera
tangencial el controvertido asunto de la inmigración.
Miguel
A. Hernández teje una
trama donde las consecuencias del arte contemporáneo alcanzan
cuestiones estéticas y éticas, como espada de damocles, para que el
lector se interrogue y dilucide cuál es la línea de separación
entre el arte y la vida. Lo que viene a decir la novela de Hernández
es que los límites éticos del arte deben ser los mismos que los de
la vida, y va más allá al sugerir que el artista, el creador, está
sujeto a los límites que marca la sociedad para su examen, porque el
arte no se debe interpretar como una especie de estado de excepción.
Intento de escapada
es una historia escrita entre la experiencia personal del propio
autor (crítico de arte y docente de la Universidad de Murcia) y el
ensayo.
Marcos
es un estudiante sobresaliente de Bellas Artes que acepta convertirse
en asistente durante los prolegómenos de la exposición que va a
llevar a cabo el gran Jacobo Montes, el artista del momento. Una
oportunidad que no deja escapar, fascinado por la figura del
controvertido artista y las espectativas creadas en torno a su
próxima perfomance. Una travesía que vivirá en primera persona,
como narrador de esta vertiginosa historia, hasta acabar en un choque
de su conciencia con los límites morales de la representación
artística. Marcos descubre motu proprio la
diferencia entre la teoría y el concepto artístico, con la
práctica, es decir, con la gestación de la obra de arte. Para un
joven, enfermo de teorías, este trayecto le brindará la ocasión de
experimentar otro sentir y otra mirada.
Uno
de los méritos innegables del libro de Miguel
Angel Hernández es hacer
preguntas sobre el arte y, sobre todo, hacerlas entendibles al gran
público. Una novela que rastrea ideas para hacerlas reconocibles al
lector común. Hernández
es consciente que no es posible colarse en las entrañas del
espectáculo del arte sin que se te caigan los palos del sombrajo.
Porque ningún arte es puro y nadie está a salvo: “El
arte tiene secretos y enigmas. No podemos entenderlo todo... El arte
contemporáneo no era demasiado distinto al circo y a la feria”
(pág 222). “El arte es una cosa sucia, y no hay manera
de lavarla sin que pierda su color”
(pág 229).
Intento
de escapada es una novela
interesante y comprometida, que aborda las relaciones humanas por
medio de la experimentación artística. Parece que detrás de esta
obra surge una intencionalidad didáctica indisimulada, que se presta
a transmitir al lector que el arte tiene que ser un espacio de
consenso, un juego que empuje al espectador a posicionarse entre la
realidad y la ficción. Un libro que no te deja indiferente, que
fluye, gracias a una prosa impecable, y que te hace pensar sobre qué
hay de validez en la obra artística contemporánea, donde parece que
la estética sobrepasa a una ética menguada por el mercado, solaz del
espectáculo. Cuando descubres esto, entonces das por sentado que las
cosas, al final, no son sino meras apariencias vacías
(pág 236).
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