lunes, 10 de febrero de 2014

Abrir carpeta


El chileno Alejandro Zambra (Santiago de Chile, 1975) irrumpió en el panorama narrativo español en el 2006 con su novela breve Bonsái, un libro que tuvo buena crítica en los diferentes suplementos culturales de los principales periódicos nacionales. Sin embargo, con Formas de volver a casa (2011), su tercera novela, una historia tierna y cruel a la vez, Zambra rompió gran parte de su anonimato entre los lectores españoles y logró notoriedad merecida, algo que ya lucía sobradamente en el cartel narrativo de su país.

El pasado mes de enero, el escritor sudamericano presentó su debut en el género del cuento con los once relatos que conforman Mis documentos, su nuevo libro, que transita por la autoficción y el recuerdo. En algunos de ellos, como Mis documentos, Camilo, Instituto Nacional o Yo fumaba bien, hay un narrador en primera persona que despliega un tono evocativo sobre andanzas y vicisitudes de la juventud temprana, hechos supuestamente vividos por el autor, aquejado de migrañas incisivas. Uno de los puntos álgidos del libro lo ofrece el relato Vida de familia, una historia de una impostura, narrada en tercera persona, en la que el personaje quiebra su vida precaria, urdida en la mentira, para recomponerse.

Mis documentos son relatos sobre la memoria que se guardan en el archivo de la carpeta de nuestra infancia, que atesoran episodios de una época que marca buena parte del futuro, nos viene a decir Zambra, especialmente en el cuento que lleva el mismo título que el libro. Éste, quizá, sea el más testimonial de todos, una historia protagonizada por un niño que quiere pertenecer a algo, a un grupo o dedicarse a una tarea singular, como tocar la guitarra o ser un monaguillo dintinguido. En Mis documentos aparece, como hechos relevantes, los ordenadores y el desarrollo de las tecnologías al compás de la creación literaria, capaz de cortar y pegar rememoranzas tan frágiles como el propio texto. Son guiños que lanza el propio escritor al lector para advertirle que a la despensa de la memoria hay que acercarse con atención y cautela, si queremos autentificarnos. Zambra, por tanto, pone a prueba aquí diferentes formas y tonos, desde la prosa más llana y delgada hasta la más minimalista, cuando se trata de destacar vidas insignificantes.



Convengamos que el chileno Zambra se está haciendo hueco en la literatura latinoamericana reciente y que es un escritor con una prosa que cautiva, gracias a la habilidad de entretejer historias entre la biografía y la ficción. No es nada baladí afirmar sencillamente que Mis documentos es un libro entretenido y ameno, construido a partir de elementos vitales que derivan de la experiencia literaria de narrar recordando o imaginando. Y como todavía espero más del sudamericano, yo aguardaré a ver qué nuevas historias vendrán de la memoria de su computadora cuando le dé por pulsar el comando “Abrir carpeta” de sus documentos.


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