En
la literatura, como en la vida, la muerte se suele ver asistida por
una aparente irrelevancia o todo lo contrario. Nunca pensamos que la
muerte puede ocurrir. Nos aferramos a nuestros quehaceres cotidianos para
tener la ración diaria de aire fresco. Dudamos al elegir qué ropa
coger, con qué amigo quedar y dónde reunirnos. Nos ponemos en
camino, el día entero se abre ante nosotros, breve, porque deseamos
volver no muy tarde a casa para recibir la visita de algún otro
conocido o familiar. Y, cuando se cumplen nuestras expectativas, esperamos que al
día siguiente haga también buen tiempo, sin sospechar que la muerte,
que camina junto a nosotros, nos acecha permanentemente. A Millena
Busquets, (Barcelona, 1972) de pequeña, le contó su madre un
cuento sobre la paradoja inevitable de la muerte en las horas
siguientes a la irreparable desaparición de su padre. Ahora, en
También esto pasará (Anagrama, 2015), Milena
(Blanca, en la novela) nos narra, en apenas ciento setenta
páginas, la continuación de aquel remoto cuento de la infancia, porque quien ha muerto es su madre y este libro, precisamente, es un
testimonio de amor y homenaje a ella, la persona más influyente y
querida de su existencia.
Me gusta acercarme a la lectura de un libro sin condiciones a priori. Lo mejor es entrar en él sin ningún prejuicio, ni a favor, ni en contra. A veces, lo muy celebrado en la prensa puede no ser excelente, o puede acarrear decepciones. Con estas premisas me puse a leer la novela de Milena Busquets, un libro que ha acaparado elogios y reseñas encendidas en distintos suplementos culturales, además de ser la sensación editorial de este inicio de año y que también viene precedida de cierta algarabía originada en la última edición de la Feria de Fráncfort donde, al parecer, ha logrado sustanciosos contratos.
Me gusta acercarme a la lectura de un libro sin condiciones a priori. Lo mejor es entrar en él sin ningún prejuicio, ni a favor, ni en contra. A veces, lo muy celebrado en la prensa puede no ser excelente, o puede acarrear decepciones. Con estas premisas me puse a leer la novela de Milena Busquets, un libro que ha acaparado elogios y reseñas encendidas en distintos suplementos culturales, además de ser la sensación editorial de este inicio de año y que también viene precedida de cierta algarabía originada en la última edición de la Feria de Fráncfort donde, al parecer, ha logrado sustanciosos contratos.
La
narradora de También esto pasará, una mujer de cuarenta años, asiste al entierro de su
madre, fallecida después de una prolongada y penosa enfermedad. Del
dolor por su pérdida la protagonista trata de protegerse
desplazándose al Cadaqués de su niñez con sus dos hijos pequeños
de sendos matrimonios, invitando a sus exmaridos, citándose con un
amante casado y departiendo diálogos morales con dos buenas amigas.
Este es el marco escogido por la narradora para llevar a cabo ese
ajuste de cuentas que tiene pendiente con su madre. La ausencia
materna es el verdadero revulsivo que provoca una revisión
biográfica y existencial de su vida para aliviar esa pena.
Mis conclusiones sobre También
esto pasará tienen aspectos destacables y otros menos
elogiosos. Busquets ha escrito un texto íntimo al que no le
falta desparpajo ni cierta malicia, lleno de frases ácidas y
reflexivas que abordan el mundo personal de la narradora, ese camino
que transcurre entre la juventud y la madurez hasta el momento álgido de la ausencia de su madre, una mujer incisiva y
determinante, y el recuerdo, también, de lo vivido y aprendido a su
lado. Entre esa carencia y la memoria redivida hay una constante
evocación de vivencias personales que se alejan de ese peregrinar
por la senda del duelo y dan presencia a otros asuntos: los hijos, la
amistad, el sexo, los amantes..., aunque, como afirma la narradora,
“vivir con ligereza y alegría no es nada fácil”. Sin embargo,
hay tropiezos narrativos que rompen ese aparente discurso literario
sincero y ponen en evidencia su naturalidad y originalidad, quizá lo
más meritorio de la novela. Al mencionar dichos tropiezos narrativos, me estoy refiriendo especialmente a ese artificio
que la autora barcelonesa utiliza cuando entremete en la voz de la
protagonista aforismos encadenados para dar amplitud argumentativa.
Estas reflexiones, que para algunos pueden parecer lo que mejor sostiene a la
novela, no dejan de ser un recurso efectista que emplea la autora para elevar el tono del
discurso y que llegan a ser una rémora poco eficaz.
A
pesar de lo anteriomente señalado, También esto pasará
es un libro interesante, ameno y valiente. Milena Busquets,
con su prosa elegante y seductora que parte de lo íntimo, ha dado
con la tecla justa para que su auto-ficción propicie la simpatía
suficiente en el lector que se siente atraído por la literatura testimonial.
Ahí radica lo mejor de esta novela, ya que la escritora catalana trata
en su inventiva de no engañarnos y dejarnos el recado de que toda
ligereza alivia, como el sexo, a soportar ausencias, porque vivir no
es más que acostumbrarse a perder casi todo lo que más se quiere.