Este
título sería para mí la definición más aproximada al concepto
que tengo de librería. Hablar de ellas es hablar de lo que
en verdad encierran en sí sus libros y sus historias. Cada librería
condensa un mundo. Siempre me han fascinado y siempre
que viajo visito algunas de las que tengo anotadas en mi pequeño
bloc; es un rito gozoso, reservado de antemano en la
agenda de mi viaje. La emoción que percibo cuando entro en una es parecida a la siento cuando busco algo en Google:
entro buscando un libro y por el camino encuentro otros, ibas a un
destino y sales con otro pasaje. Y ahí se produce la magia, cuando
sales cargado de otras buenas razones. En estos lugares existen
tantas historias de clientes ocasionales, de visitantes asiduos, de
libreros singulares, de encuentros inopinados y conversaciones que
hacen que las librerías se llenen de un encanto irresistible, un
refugio de letraheridos que en los años venideros (dios no lo
quiera), estos templos paganos puedan perderse, fagocitados por los
supermercados digitales de Amazon y sus adláteres.
Jorge
Carrión (Tarragona, 1976) emprende un viaje por el mundo de
estos maravillosos lugares con una obra homónima para redimirnos de
tantas voces que en estos tiempos de crisis auguran su extinción.
Librerías, publicado por el sello Anagrama, es
un ensayo autobiográfico que encaja perfectamente en el género de
viajes, y ahí radica, en buena medida, el éxito de este original
trabajo, al estar escrito desde la experiencia personal, para
contarnos la historia de las librerías más emblemáticas de los
cinco continentes. Carrión transita de forma amena y rigurosa
por estos espacios con nombres propios para hablarnos de sus fachadas
y escaparates, de sus mostradores y anaqueles, y también para
rememorar retazos de la vida de escritores adictos a estos templos,
como Joyce o Bolaño, sin olvidarse de otros personajes
más controvertidos, como el librero Mao o Hitler y
Fidel Castro, lectores y asiduos de librerías. Hay mucho de
crónica, anécdotas e historias en las 342 páginas de Librerías
y mucho de reportero gráfico, hasta ochenta y seis fotografías,
que vivifican y dan perspectiva al texto.
Carrión
consigue en este libro que el lector entre en su obra como quien
traspasa la cortina de un misterio para sumergirse en el laberinto
maravilloso del mundo de los libros, ejerciendo de maestro de
ceremonias, como librero accidental. Jordi pasea y traza un
mapamundi de las librerías de las ciudades del mundo recorridas por
él mismo. Librerías, finalista del premio Anagrama de
Ensayo, es todo un derroche de inteligencia que se maneja
hábilmente, tanto en el análisis literario y cultural, como en el
dato histórico o la anécdota radical. Dice
Carrión: “Las culturas no pueden existir sin memoria,
pero tampoco sin olvido. Mientras que la Biblioteca se obstina en
recordarlo todo, la Librería selecciona, desecha, se adapta al presente gracias al olvido necesario", (pág.300).
Librerías
no es un manual de literatura, ni un extenso inventario,
sino un ensayo con voz propia, la de Jorge Carrión, escrita con la
intencionalidad de trasladar al lector las claves, perplejidades y
dudas que le han sobrevenido en su aprendizaje personal. Se lee como
un viaje de aventuras a través del mundo que encierran las librerías. Un viaje
que tuvo su origen, como desvela el propio autor, en su juventud
cuando auxiliaba a su padre, agente del Círculo de Lectores,
en las entregas de los libros por el barrio, casa por casa, admirando
las bibliotecas particulares que lucían algunos socios y que él
aspiraba a tener en el futuro.
Carrión
ha escrito un libro delicioso que tiene el poder de reconfortar, gracias a su lucidez intelectual, un libro que encandila y que ha
provocado encendidos elogios por parte de la crítica especializada,
como la del pope Alberto Manguel que le da su bendición y se atreve a afirmar: “Si hubiera librerías en la Antártica, sin
duda Carrión la habría visitado para contarnos qué leen los
pingüinos”.
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