La
realidad del aforismo en los momentos actuales parece evidente que es
un género literario que cuenta cada vez más con ávidos lectores
que exigen o piden escritores que se acojan a esta fórmula literaria
en alza. Entre éstos, destacan los poetas, para mí, los mejores
orfebres de la composición minimalista y, entre la legión de
lectores, son muchos los tuiteros que curiosean de forma creciente
por las antologías que van proliferando en los catálogos de las
diferentes editoriales de nuestro país. Ahora, el sello La
isla de Siltolá se une a la
fiesta con los primeros números de su nueva colección sobre este
género tan singular y atractivo.
Mapa de ningún
sitio,
del cubano León
Molina
(San José de las Lajas, Habana-Cuba, 1959) corresponde
al volumen número dos de dicha colección y es el primer libro de
aforismos publicado por su autor. Este escritor caribeño, poeta,
haijin y aforista, tiene aspecto de hombre lobo, pero sólo en
apariencia, enamorado de la naturaleza y de los pájaros del bosque
albaceteño que, con su cabeza adusta y nívea, evoca a las de los
viejos pensadores griegos. El pasado otoño publicó El
taller del arquero (La
Garúa, 2014), un hermoso y
deslumbrante poemario que tuvo su reseña en esta bitácora.
A
Molina le gusta
escribir poesía con arco y flecha. Tampoco se desarma cuando se
ocupa del discurso conciso de la brevedad y no duda en cargar su
escritura con el arsenal de la ironía y la paradoja. En este
compendio aforístico, donde tampoco faltan sentencias intimistas y
conjeturas moralistas, examina con puntería los quehaceres de la
vida, el sentido poético de la naturaleza y, sobre todo, la realidad
del hombre y sus consecuencias. Un amplio temario reflexivo, escrito
con destreza, y pulido de polvo y paja, que fluye por las coordenadas
universales del pensamiento e invita a la reflexión, al asombro y a
la duda.
León Molina,
como buen amante de la
paradoja, en su nueva faceta de aforista, se empeña en escabullirse
entre la sinceridad fingida y el sincero sentimiento. En estas
píldoras de pensamiento condensado, el poeta cubano nos revela, no
sólo su filosofía de vida, sino también sus debilidades
personales, sin ataduras de ninguna clase. Lo más significativo para
el lector de este breviario, con sus más de cuatrocientos registros,
es la verdad que late en cada una de sus frases, muchas de ellas son
verdades ancestrales y otras de rabiosa actualidad, como estas once
perlas:
Cada día es toda una
vida en miniatura.
El saber que no ocupa
lugar desaparece.
La seducción es mucho
más entretenida que el amor. Dónde va a parar.
Lo importante no es lo
que haces sino lo que hagas con lo que haces.
No pasa nada por no leer.
Pero si lees pasa de todo.
Filosofía y poesía. Tan
distintas. Nadie diría que son hermanas.
El ser humano es ante
todo un ser propenso.
La verdad no tiene nada
de particular.
La soledad no cura las
heridas, pero las desinfecta.
Para afiliarse a un
partido primero hay que desafiliarse de uno mismo.
Leer poesía es como
amasar pan.
La
sensación percibida después de leer y releer este breviario es la
de que León Molina
no es un advenedizo en la materia, sino alguien que sabe cómo se
cocinan estas minucias literarias y el lector reconoce que entre las
cualidades que debe reunir el aforismo, más que la brevedad, están
su inmensidad (valga el oxímoron) y su acierto.
En
suma, una buena
oportunidad de aproximarnos al territorio exigente del aforismo.
Mapas de ningún sitio
sorprende por su tino y sutileza, algo propio de un arquero bien
entrenado en el haiku y armado de prosa mínima y de poesía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario