Leí,
allá en el pleistoceno, la obra del escritor y periodista gallego
Julio Camba (Vilanova
de Arousa, 1884 – Madrid, 1962) gracias a la editorial Austral.
Me hice casi con la colección íntegra que, por aquel entonces,
publicó el sello de Espasa Calpe
y que encontré en una librería de viejo en Madrid a precio
irrisorio, desde el primero de ellos, Londres,
hasta Alemania,
además de Sobre casi todo y
Sobre casi nada
o La rana viajera.
Ahora, coincidiendo con el aniversario del nacimiento de Rosalía
de Castro, la editorial Fórcola
publica una antología inédita de sus artículos relacionados con su
tierra natal, bajo el título de Galicia.
Galicia
es un compendio periodístico del bosque social de la realidad
gallega, medio centenar de artículos sobre la tierra y las gentes de
esta región que, de alguna manera, reflejan ese saudade
sentimental e intelectual de su autor Julio
Camba,
un hombre que apostó con su pluma por España y por su lugar de
origen. Presumía de pertenecer a la raza celta, amante del paisaje
gallego y nada próximo al galleguismo político y cultural surgido
en las primeras décadas del siglo pasado. Para él, que se
consideraba regeneracionista, el nacionalismo era contraproducente.
Para combatirlo le gustaba citar a Baroja
que decía con rotundidad que “el nacionalismo se cura viajando”.
Camba
fue un gran dominador del artículo breve, una de las mejores plumas
de su época, viajero incansable y conocedor preciso de la cultura
gallega, orgulloso en reivindicar la buena fama de su tierra, sin
dejar de combatir su imagen pintoresca y apostar por el turismo en la
región. Fue un hombre de la España posterior al 98 que vivió el
declive de la etapa republicana y que se refugió en su tierra natal
y, a ratos, en tierras portuguesas, al estallar la Guerra Civil, para
regresar al final de la contienda a Madrid, su residencia y su marco
intelectual y afectivo.
El
valenciano Francisco
Fuster
ha rastreado la extensa producción periodística de Camba
para aglutinar en este volumen una selección de todos sus artículos
escritos sobre Galicia, su gente y su cultura, aparecidos en las
cabeceras de los rotativos madrileños de El
Sol
o El Mundo
y también el ABC
a lo largo de la dilatada carrera profesional de este carismático y
genial columnista, hasta reunir las cincuenta piezas periodísticas
que mejor reflejan el posicionamiento ideológico y sentimental del
autor de La casa de Lúculo,
siempre tamizadas por su fino humor e ironía, que tanto entusiasmaba
a sus seguidores y a sus lectores. Fuster
ha reunido una antología temática que salta las fronteras del
tiempo porque, lo que guarda entre sus tapas este hermoso libro, es
literatura periodística duradera e inagotable y, más si cabe,
cuando, en el fondo, de lo que habla es de muchos asuntos de dicha
comunidad autónoma que siguen vigentes en la actualidad.
Galicia
es un libro de excelente factura, con un prólogo memorable a cargo
del catedrático Ramón
Villares,
y con una introducción, por cuenta de su antólogo, imprescindible.
De nuevo, el escritor Camba
sale con luz propia, para deleite de lectores curiosos, sean adeptos
o no, hablándonos con desparpajo y perspicacia sobre los puntos
fuertes y débiles de su tierra. Y lo hace en un libro impreso con
primor y gusto, tan propio de este sello que dirige Javier
Jiménez,
cuidando los detalles: ilustraciones, tipografía y maquetación. Un
trabajo sobresaliente para entusiastas de las buenas ediciones.
Después
de leer estos jugosos artículos, que poseen la brevedad precisa y la
virtud de abordar problemas complejos entendibles al lector común,
que desafían, por ejemplo, el prestigio del mar y alaban la vieira,
el marisco más ilustre y sagrado, que reivindican a La Bella Otero,
la única bailarina internacional gallega o que demandan menos
regionalismo y más hoteles y ferrocarriles, uno deduce que Julio
Camba
nunca dejó de sentirse gallego, a pesar de su vida distante y su
descreimiento identitario.
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