De
Ramiro Pinilla (Bilbao, 1923) leí la novela La Higuera,
un relato que tiene su origen en un suceso acaecido en plena guerra
civil, en el que el autor vasco explora el mundo del sentimiento de culpa
y del arrepentimiento. Esta historia fue también el origen de mi
acercamiento a la narrativa de este extraordinario escritor.
En
abril del 2012, la editorial Tusquets
publicó Aquella edad inolvidable,
una novela que retrata el mundo del
fútbol de los años cuarenta del siglo pasado, desde el prisma del
drama familiar, un canto al fútbol clásico,
ese que se jugaba los domingos por la tarde y que seguíamos con el
transistor pegado a la oreja y una evocación de la lucha y el
coraje por ganar el partido de la jornada.
Nos
encontramos ante un soberbio relato de familia, una historia sobre
la desesperanza, la dignidad y la aceptación. Pinilla sitúa la trama en el marco histórico de la posguerra. El protagonista de la
novela, Souto Menaya
“Botas”, es un
futbolista que juega en la demarcación de ariete y que salta a la
fama por meter un gol al Real Madrid, en la final de la Copa del
Generalísimo, cuando acababa de fichar por el Atletic de Bilbao en
1943. Su fulminante carrera se verá sesgada por una lesión que le
deja cojo para siempre. Esta desgracia le hace reflexionar sobre el sentido de su vida, hasta que la insistencia amorosa de su novia
Irune le hace cambiar
y rehacer su vida.
La
novela, explica Pinillaen una entrevista, está basada en su propia trayectoria de
aficionado al fútbol. Esa afición que le hacía separarse de sus
amigos de entonces los domingos por la tarde para asistir al partido
de la jornada y que a los quince años le dejaba un vacío enorme
para toda la semana si su equipo había perdido. Porque para el
autor, seguidor del Athletic desde niño, la fe en el Athletic es
comparable a la religiosa. Este asunto lo resume el padre del
protagonista así: “En este mundo hay que tener algo
grande por encima de nuestras cabezas. Unos tienen a Dios y otros al
Athletic. Otros tienen a los dos, y nunca lo he entendido”, (pág. 19).
Ramiro
Pinilla consigue un
relato creíble, desde la cotidianidad, que desemboca en una fábula
moral extraordinaria. Con la lectura de esta historia he conocido el
origen del “alirón”... ¿Sabes
de dónde viene el alirón? Lo inventaron los mineros. Cuando sacaban
una buena veta, el ingeniero escribía encima con tiza All
Iron, que en inglés significa “todo hierro”. Los
mineros saltaban porque cobraban jornal extra y el alirón corría
por la mina. Así pasó al “alirón, alirón, el Athletic campeón”,
(pág. 20).
Esta es una novela sobre la vida, el triunfo y el fracaso. Una
incursión en el alma de un derrotado que sufre su propio destierro,
contando los días y los cromos que colecciona. Una novela
conmovedora de este escritor inagotable y veteranísimo, de noventa
años, que mantiene tersa esa vena que el sentimiento le presta a la
literatura, con una escritura potente e intensa.
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