viernes, 18 de julio de 2014

Perder lastre


Sobre la obra que hoy reseño en esta bitácora podríamos hacer un ejercicio periodístico con los siguientes titulares posibles: “Cuentos orondos”, “Memorias obesas”, “De básculas y endocrinos” o simplemente, ”Las heridas de una niña gorda”. Como de lo que se trata es de quitarse peso de encima, según se advierte en la contraportada del libro, hago lo propio y el asunto se puede zanjar con el titular que encabezo. Perder lastre es un ejercicio necesario y vital, una tarea que resume la esencia del secreto de La niña gorda (Páginas de Espuma, 2014).

La nueva propuesta narrativa de Mercedes Abad (Barcelona, 1961) es un menú de diez relatos que conectan entre sí. Todos los ingredientes contenidos en La niña gorda se condensan en las travesuras y vicisitudes protagonizadas por Susana Mur, principal personaje que aparece en todos los cuentos.

La autora de Felicidades conyugales logra recrear con acierto los problemas inherentes de una niña obesa desde la infancia hasta llegar a la edad adulta, pero sin dar lástima, porque, deliberadamente, la protagonista no está concebida para sentirse desgraciada por sus kilos de más. En los cuentos de inicio, la niña Susana va observando el mundo que le rodea y evoluciona pasando por situaciones incómodas y tristes hasta otras peores, más crueles.

El arranque de la historia de Susanita tropieza con el primer escollo que debe superar la niña: ponerse a dieta. La madre la lleva al endocrino para poner remedio al lastre del sobrepeso que arrastra su hija y que le impide ser una niña normal, como las demás. Una preocupación legítima de madre que desea que su criatura pueda elegir por ella misma a sus amigas y alejarse de un permanente estado de estar pendiente de aceptación por el grupo. En los primeros cuentos de La niña gorda aparece un narrador omnisciente y puntillista que se empeña en destacar los quebrantos y torpezas de la niña protagonista. Todo va girando y, a partir del relato Las hermanas Bruch, el más extenso de todos, hay un punto de inflexión en el desarrollo del libro: Susana toma la palabra en primera persona para contarnos desde el presente cómo debe desenvolverse en su nueva etapa. La narradora se esmera en proporcionar los detalles del mundo de las traiciones entre jóvenes, así como los márgenes estrechos que separan las verdades de las mentiras.

La niña gorda transita entre comidas, golosinas y atracones, en un popurrí de subtramas que hacen que estos relatos parezcan, a los ojos del lector, una novela fraccionada con savia de cuento sucesivo. Dice la autora que la concibió en una primera versión como novela, pero resultó caótica y al corregirla su conversión se ajustó mejor a lo que es, un libro de cuentos.

Mercedes Abad es una escritora salpimentada de constantes referencias a su maestro Saki, todo un adalid del perfeccionismo aplicado al género del relato corto. La autora catalana ha escrito un libro inteligente, con una prosa vivaz en la que destaca los detalles cómicos y mordaces que hacen que el personaje representado por Susana Mur se revele entrañable y cercano al lector.



La niña gorda es, en realidad, la historia de una rebelión, de cómo se construye una identidad, de ese tránsito de la infancia a la pubertad, de la adolescencia a la mayoría de edad, pero desde el dolor, la humillación y el rechazo. La agudeza narrativa de Mercedes Abad, una escritora con alma de gorda eterna, cala en la memoria del lector y logra que su metáfora  alcance a todos los que hemos sido diferentes en nuestra recóndita infancia: bajitos, tímidos, obesos o gafotas empollones, apartados cruelmente por la mayoría dominante de los normales. Por esto y por más razones inconfesables, la niña gorda se hace querer.

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