domingo, 30 de septiembre de 2018

Las fuerzas subterráneas


Eduardo Martínez de Pisón (Valladolid, 1937) ha centrado sus trabajos de investigación en los paisajes naturales, la geomorfología de cordilleras, el pensamiento geográfico y la geografía medioambiental. Como escritor y geógrafo en sus libros destaca un empeño de divulgación de la naturaleza, acompañado de viajes a través de la experiencia y de la literatura, como así se revela en Imagen del paisaje (2012), La Tierra de Jules Verne (2014) y La montaña y el arte (2017), esta última, una obra ambiciosa y gruesa en la que el autor resalta el valor estético y cultural de la montaña en su amplitud artística por medio de la fascinación y el asombro de escritores, músicos y pintores absorbidos por la belleza y dimensión interpretativa que otorga su contemplación y grandeza a ras de cielo.

Ahora, en su nuevo libro, Viajes al centro de la Tierra (Fórcola, 2018), desde la propia mirada geográfica e interpretativa, aborda el mundo subterráneo para llevarnos a una expedición literaria de la mano de grandes escritores absortos ante el misterio desconocido que se oculta en las entrañas de la Tierra, como ya anteriormente lo hicieran Homero, Virgilio, Verne o George Sand, y nos invita a adentrarnos en una fantástica exploración, por medio de la literatura, al interior de sus mitos y leyendas.

Esta obra no es más que otro empeño del autor en poner la mirada escrutadora sobre la Naturaleza, pero en esta ocasión hacia ese punto geográfico que traspasa la corteza por la que solemos pisar la tierra, focalizándola desde el misterio físico que aglutina, desde su lado más oscuro y enigmático, así como desde el secreto de sus grutas y laberintos por donde antes ya corrieron ríos de tinta. Dividida en tres secciones, cada una de ellas conforma un trayecto literario por el que Martínez de Pisón traza su viaje en el tiempo por los huecos de la Tierra, simas, cuevas y cráteres en la primera parte; en la siguiente habla de Eneas y otros héroes literarios por el inframundo hasta llegar a las teorías científicas del profesor de minerología Lidenbrock, protagonista de la novela de Viaje al centro de la tierra, de Jules Verne; en la tercera y última parte, el libro se extiende por el viaje a una geoda de amatista del maléfico Nasias, personaje de la novela Laura, de la escritora George Sand, que llevará a nuestro autor a desvelarnos la magia de los cristales. En su conjunto, el libro es un viaje por la cartografía de la literatura que canaliza una geografía interior de la tierra para reconocer y apreciar la realidad que, después, la espeleología se ocupará de constatarla.

Sin tener que salir de casa, Martínez de Pisón nos guía, con pasos sabios y pálpitos librescos, a través de un fascinante descenso al interior de la Tierra, tal vez, como viene a decirnos al final del libro, por el lado del Teide hasta salir por el Campo de Calatrava o por un volcán de Olot, pero insiste que la aventura por estos lares, envueltos de magma y misterios, que se asientan en sus entrañas a través de sus laberintos profundos y las palabras del tiempo, y que por sí mismos nos hablan de lo inquietante y lo desconocido que ahí, más abajo, se sacude a nuestro paso.

Viajes al centro de la Tierra es, en esencia, una aventura literaria y geográfica en la que se asocian el conocimiento y la fantasía, y se glosan las andanzas más insólitas de gente distinguida por el entusiasmo e inquieta por el saber, el atrevimiento de la inventiva, la proeza, gente de estirpe contagiosa, como Virgilio, Dante, Poe, Lovecraft o Humboldt, capaces de ensanchar nuestra realidad y hacer verosímil la fantasía que nos asalta y nos estimula para que emprendamos la aventura de acometer ese viaje imposible a la arcadia subterránea con todo ese sentido alegórico que ya lleva dentro.

No hay lecturas sin un para qué, sin un objetivo que puede abarcar desde la mera evasión al más concreto afán de conocimiento. Los libros de Eduardo Martínez de Pisón conjugan ese periplo que va desde el más puro impulso aventurero hasta surcar las aguas del conocimiento, con sus saberes y experiencias, donde no faltan emoción, curiosidad y leyendas, siempre bajo el sostén de muchos libros leídos, que infieren ideas y asociaciones en el sentido de buscar respuestas o, simplemente, de explorar y rastrear los pasos que otros dieron o dejaron escrito en pos de aproximarnos a sus azarosas vidas e inventivas. El autor, lo dice al principio y lo proclama al final, en su estupendo colofón: “Los viajes fantásticos en general y en particular los que se internan en la profundidad de la Tierra son casi siempre como parábolas que su lector debe desentrañar”.

Este es un ensayo en el que el tiempo y la palabra sirven de umbral a su autor para emerger las vibraciones y, también, las verdades encerradas en ese inframundo por donde fluyen las adherencias subterráneas más combativas del hombre provenientes de la mitología, de la tradición y de sus creencias.

Leer a Martínez de Pisón es siempre un ejercicio de alumbramiento y celebración, una oportunidad de sopesar la importancia de la geografía del mundo y complacernos con su magisterio erudito y juicioso, algo que los lectores atentos recibimos con gusto y regocijo.


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