Existe una analogía entre esta relación íntima del lector con la historia que lee y la que sucede propiamente entre los personajes de Extraños pájaros (Renacimiento, 2021), un libro de encuentros en el que sus protagonistas poseen el denominador común de ser artistas, personas reales que en un momento de sus vidas se dejaron llevar por un instante irrepetible que marcó un hito en el curso de sus vidas. Su autora, María Regla Prieto (Sanlúcar de Barrameda, Cádiz, 1964), doctora en Filología Clásica, novelista e investigadora, deja claro en el prólogo que la idea del libro no encuentra más motivos que encender precisamente la curiosidad del lector, a través de un conjunto de relatos extraídos de la propia biografía de las figuras que los habitan, de sus encuentros con alguien o con algo que trastocó, inesperadamente, sus vidas. Cada uno de ellos refleja esa metáfora propia de la vida que tiene tanto de azar y de impredecible para cualquiera de nosotros.
Los ocho encuentros escogidos son independientes, pero relacionados entre sí, como satélites de una misma galaxia. Cada uno se ellos muestra su órbita particular, aunque todos conservan un pálpito común, debido al encaje artístico de sus protagonistas. Por aquí se dan cita y en orden de aparición: Marga Gil Roësset, Lawrence Durrell, Miguel de Unamuno, Marguerite Yourcenar, Paul Bowles, Silvia Plath, José Manuel Caballero Bonald o Marta Osorio. Y, desde luego, guardan conexión con otros personajes del mismo calibre, como, por ejemplo, Juan Ramón Jiménez, Virginia Woolf o Henry Miller. Pero también destacan sus escenarios, lugares como la isla de Lanzarote, el Parque de Doñana, una habitación en Londres, la fascinación de un libro o, sencillamente, la aparición de una misteriosa maleta.
Cada uno de ellos, a su vez, marca su ámbito y singularidad, su epifanía. En el primero nos encontramos con un relato tan conmovedor como fatalista, que refleja la exaltación romántica de su protagonista Marga Gil Roësset, una joven promesa de la escultura, tras el encuentro fortuito en un teatro de Madrid, en 1932, con el poeta Juan Ramón Jiménez. Aquella experiencia marcaría el destino trágico de la artista que, mientras trabajaba obstinadamente en la talla de su admirada Zenobia, se consumía por dentro, presa de un amor imposible.
A pocos años de diferencia, el siguiente relato discurre en 1935. Corfú es su escenario y allí se encuentra el escritor Lawrence Durrell con un libro en sus manos, un ejemplar abandonado en un baño público cuyo embrujo originaría una relación extraordinaria entre autor y lector. Aquella lectura y relectura de Trópico de Cáncer le llevó a sentir un interés desmedido por conocer a su autor. Tras una intensa correspondencia entre ambos, llegó el momento en el que Durrell viajó a París dos años después para conocer a Henry Miller, un encuentro inolvidable que anudó para siempre una amistad surgida por el encanto de un libro.
En el capítulo tres encontramos a Miguel de Unamuno cumpliendo destierro en la isla de Fuerteventura, una prisión que, contrariamente a lo esperado, se convirtió en un territorio amigo y fértil para el escritor bilbaíno, impresionado por la calma del lugar y la hospitalidad de sus habitantes. A otro paraíso vuela, igualmente, el relato en el que un niño queda fascinado por la magia de Doñana, un paraje natural en la desembocadura del rio Guadalquivir que le deslumbraría y que, con el paso del tiempo, se incorporaría a su universo literario. La vida y la obra de Caballero Bonald, han estado vinculadas al encanto de aquel descubrimiento de infancia, sus resonancias quedaron para siempre en el recuerdo, como deja dicho en sus memorias escritas.
En resumidas cuentas, Extraños pájaros es un fresco narrativo de encuentros memorables que, uno a uno, no deja de sorprendernos por la calidad de su prosa, su imaginación y gracia poética. Diría que es un libro entrañable, que se lee con gusto, un libro con mucho rédito literario.
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